Es el canto del cisne de un régimen anacrónico que se descompone. Un régimen que está martirizando a un pueblo, al que ya ha sometido al suplicio del hambre. La bravuconada nuclear de Kim Jong Il no es más que un intento de sacar más provecho de la aproximación amistosa de Corea del Sur dentro del proceso de unificación y del flanco militar abierto por Estados Unidos en Irak. Corea del Norte, encerrada en la locura de una dictadura sin sentido, pretende que la mimen. Que la saquen de la miseria. Por eso ruge.