Rusia y Noruega acordaron ayer, de forma preliminar, tras cuatro décadas de conversaciones, fijar su frontera marítima en el océano Artico, lo que abre la puerta a la exploración y explotación de los recursos energéticos que pudiera albergar el fondo bajo del Polo Norte. En un anuncio sorpresa, el presidente ruso, Dmitri Medvédev, aseguró durante una visita a Oslo que ambos países habían acordado "cerrar la cuestión" de la demarcación de su frontera norte, y estaban preparando los documentos finales.

El pacto prevé dividir en dos una zona del mar de Barents y el océano Artico, que ocupa un área de 175.000 kilómetros cuadrados. La disputa entre ambos países es parte de un debate mucho más amplio acerca del reparto del océano Artico, cuyos recursos están cada vez más al alcance por el calentamiento global.