Desde la llegada al poder de Nicolas Sarkozy, en junio del 2007, la justicia francesa va de sobresalto en sobresalto. A las polémicas reformas emprendidas por la ministra Rachida Dati hay que añadir ahora una medida que supone una revolución en el funcionamiento del sistema judicial: la supresión del juez de instrucción que, según el diario Le Monde, anunciará hoy el jefe del Estado.

Con esta iniciativa, Francia pasaría de un sistema en el que un magistrado independiente instruye los casos a uno en el que la investigación se confiaría totalmente a la fiscalía, organismo que depende del Gobierno. El juez de instrucción se convertiría en un árbitro entre la acusación y la defensa, cuyos derechos se verían reforzados.

La reforma se ha impulsado a raíz de los errores cometidos en dos casos que han conmocionado a la opinión pública. Por un lado, el caso Outreau , en el que las negligencias del juez instructor llevaron a prisión a una red de pederastas, absueltos tras ser probada su inocencia. El otro episodio se refiere a la detención del exdirector del diario Libération , Vittorio de Filippis, tratado como un delincuente peligroso por una acusación de difamación.