El país de Sri Lanka, la antigua Ceilán, ha pagado el más alto precio en vidas humanas de esta gran catástrofe desencadenada por los maremotos: más de 11.000 muertos según una cifra oficiosamente aceptada, a la que se unen 250.000 personas sin techo.

Una vasta operación de socorro ha sido organizada desde la jefatura del Estado de esa antigua colonia británica. La presidenta, Chandrika Kumaratunga, regresó ayer de su viaje a Londres, donde solicitó ayuda urgente.

Según el Ejército de Sri Lanka, en el país han muerto al menos 10.029 civiles y 48 miembros de las fuerzas de seguridad, pero a esta cifra habría que añadir los registrados en el norte, en la zona bajo control de la guerrilla tamil, que informaron de al menos 820 muertos. En esa zona, los servicios de socorro establecidos por el Gobierno no podrán actuar.

A su vez, el director general de Turismo, Kalai Selvam, confirmó ayer el fallecimiento de al menos 70 turistas extranjeros. La nacionalidad de todas las víctimas todavía no ha sido determinada.