La novia le acababa de dejar y él se disparó un tiro. Dado que estaba dentro del Estado del Vaticano, se han disparado también las especulaciones sobre posibles intrigas y complots, aunque el suceso parece más transparente que en otras ocasiones. A menos de 10 años del asesinato del comandante de la Guardia Suiza, ayer, a las 7.30 de la mañana, Alessandro Benedetti, de 26 años y alumno de la Gendarmería --la policía del Estado papal-- se disparó un tiro en la sien en el lavabo de su habitación.

UNA CARTA DE DESPEDIDA Trasladado inmediatamente al Hospital del Espíritu Santo, a pocos pasos de la plaza de San Pedro, murió a las nueve de la mañana. En el lavabo había dejado una carta, cuyo contenido se ignora. El juez único del Vaticano, que funciona como primera instancia judicial, recibió el escrito y las primeras diligencias sobre los hechos. Un médico forense italiano realizará la autopsia.

"Tenía un carácter espléndido, era sociable y extrovertido", explicó un vecino de la casa de los padres, que viven en un chalecito a las afueras de la ciudad de Foligno, en el centro de la península. Una anciana tía del fallecido reveló que recientemente el joven había sido abandonado por su novia. "Era guapo y bueno", añadió la tía.

El padre de Alessandro trabaja en los ferrocarriles italianos y su madre ejerce como profesora de enseñanza media. La familia, que incluye a una hermana del fallecido, estaba muy unida y profesa un catolicismo ferviente.

"TRISTEZA" DEL PAPA La noticia del suceso fue confirmada por el portavoz papal. Federico Lombardi evitó usar la palabra suicidio "por razones de procedimiento", y dijo que "debe ser la magistratura la que se pronuncie". Según el portavoz, el Papa manifestó "tristeza por la muerte" del joven, al que confió "a la misericordia de Dios", al tiempo que mostró "su cercanía espiritual con la familia y con los miembros de la Gendarmería".

El joven había sido admitido el pasado abril como alumno de la Gendarmería. Benedetti superó con éxito las "pruebas habituales", que incluyen análisis psíquicos y de capacitación, así como de manejo de armas.

Más compleja resultó la muerte, en 1998, del comandante de la Guardia Suiza Aloise Esterman, de 44 años, y de su esposa venezolana, Gladis Meza Romero, de 49, hallados muertos en su habitación. La versión oficial y el posterior proceso mantuvieron la versión de que habían sido asesinados por el cabo Cedric Tournay, de 23 años, que se suicidó después.