En los últimos 30 años el Tribunal Supremo de EEUU nunca ha aceptado un caso que hubiera rechazado con anterioridad. Sin embargo, en una decisión inusual y anunciada sin explicaciones, ayer decidió hacerlo para estudiar las apelaciones de los detenidos en Guantánamo que reclaman poder defenderse ante la justicia ordinaria y no la militar. El sorprendente giro de 180 grados mantiene vivas las esperanzas de un tratamiento más justo a las 375 personas que, en la mayoría de los casos, llevan presas más de cinco años en la base estadounidense en Cuba. Pero la decisión del Supremo es, ante todo, un tremendo varapalo a la Administración de George Bush.

El alto tribunal había rechazado el 2 de abril estudiar las reclamaciones de los presos, que intentan que sean tribunales federales, y no militares, los que determinen la legalidad de su confinamiento. Los abogados de los detenidos pidieron al Supremo que reconsiderara su decisión.

REVISION Sus demandas han surtido efecto. Aunque el Supremo entra en receso veraniego, el caso será estudiado en otoño. No ha habido una declaración, pero, dadas las normas del Supremo, al menos cinco de los nueve jueces han tenido que estar de acuerdo para aceptar un caso que antes habían rechazado.

Desde el lado gubernamental, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional Gordon Johndroe expresó la postura oficial de que la revisión "no era necesaria".