Irak retornó ayer a una violenta normalidad , en la que sólo perecieron 20 personas en choques armados, tras dos días de casi guerra civil. El toque de queda diurno en Bagdad y en las provincias de Saladino, Diyala y Babel logró evitar que se extendieran los enfrentamientos entre shiís y sunís, que se han cobrado la vida de al menos 200 personas en 72 horas.

La crisis estalló el pasado miércoles, cuando un grupo terrorista dinamitó la cúpula dorada de la mezquita de Samarra.

A pesar del toque de queda y de las medidas de seguridad desplegadas por todo el país, la policía informó de la muerte de una veintena de personas en la noche del jueves al viernes. Dos obuses de mortero fueron disparados contra la tumba de Salman al Farsi, un compañero del profeta Mahoma, en Madaen, al sur de Bagdad, aunque se desconocía si causó muertos. Ayer se registró un enfrentamiento armado en el barrio bagdadí de Saidiya, entre militantes sunís y milicianos del Ejército de Mehdi, fieles al joven clérigo radical shií Moktada al Sadr.

En Basora, provincia shií del sur del país donde no se decretó el toque de queda, hombres armados secuestraron a dos niños y una niña, de entre 7 y 11 años, hijos de un destacado dirigente del partido Dawa, cuyo líder es el primer ministro iraquí, el shií Ibrahim Yafari. Además, la policía halló los cadáveres de dos guardaespaldas del director de la entidad gubernamental que se encarga de proteger las mezquitas sunís de la provincia.

DESAFIO EN CIUDAD SADR En Ciudad Sadr, un popular barrio de la capital feudo de Moktada al Sadr, miles de personas desafiaron el toque de queda y acudieron en masa ayer por la mañana a las mezquitas, para cumplir con el rezo obligado de los viernes, bajo la protección del Ejército del Mehdi.

La televisión iraquí emitió ayer un mensaje de Abdulaziz al Hakim, máximo dirigente del proiraní Consejo Supremo para la Revolución Islámica de Irak (CSRII), principal partido shií, en el que aseguró que los autores del atentado contra la mezquita de Samarra "no representan a los sunís iraquís".

Al Hakim, que controla a las Brigadas Badr, el brazo armado del CSRII, formado por varias decenas de miles de hombres, acusó a seguidores del expresidente Sadam Husein y al líder de Al Qaeda en Irak, el jordano Abú Musab al Zarqaui, de estar tras el ataque al templo shií. "Hay que unirse para eliminarlos", dijo Al Hakim, porque lo que buscan es "la guerra sectaria".

"MOMENTO PELIGROSO" Por su parte, el embajador de EEUU en Irak, Zalmay Khalilzad, reconoció que el país vive "un momento peligroso". El diplomático estadounidense aseguró que los enfrentamientos sectarios que han sacudido estos últimos días el país árabe "refuerzan la necesidad de que Irak se dote de un Gobierno de unidad nacional", según declaró a Reuters.

Esta misma idea la lanzó Khalilzad un día antes del atentado de Samarra y desató una gran polémica en Irak. Washington desea que los shiís, ganadores en las elecciones de diciembre, cedan parte del poder a los partidos sunís. Los actos de represalia de estos días han obligado a la principal coalición suní a romper las negociaciones con shiís y kurdos para formar el Gobierno.

RETIRADA CUESTIONADA La posibilidad de que el país se precipite a una guerra civil inquieta a los gobiernos de Washington y Londres, que buscan el momento oportuno para empezar a retirar sus tropas de Irak. En el caso del presidente de EEUU, George Bush, la salida de parte de sus soldados es más acuciante en vista de las elecciones al Congreso previstas para noviembre.