Los maltratos y torturas a los manifestantes iranís detenidos y encarcelados por las protestas desencadenadas tras la reelección del presidente Mahmud Ahmadineyad, que la oposición cree fraudulenta, han levantado una ola de indignación entre la población, a medida que se han ido conociendo.

Los relatos de episodios de brutalidad, explicados a sus familiares por algunos de los 140 presos liberados el martes o difundidos en webs de la oposición, dan cuenta de palizas brutales, uñas arrancadas y presos obligados a lamer asquerosas tazas de váter.

Algunos presos han sido golpeados hasta la muerte y en los últimos días los cadáveres han sido entregados a sus familias.

UN CENTENAR DE MUERTOS Según el rotativo International Herald Tribune , responsables de hospitales han declarado a los grupos de los derechos humanos que más de un centenar de manifestantes opositores han muerto desde el inicio de las protestas, aunque las cifras resultan difíciles de contrastar dadas las restricciones informativas impuestas por Teherán. La indignación ha llegado a alcanzar incluso a algunos sectores conservadores vinculados al régimen desde que se conoció la muerte en prisión, la semana pasada, de Mohsen Ruholamin, hijo de un alto consejero de Mohsen Rezaie, el candidato conservador derrotado en las elecciones presidenciales y antiguo comandante de la Guardia Revolucionaria. Según su familia, Ruholamin sangraba por los pulmones y tuvo un paro cardiaco. Su rostro presentaba también señales de golpes.

El miércoles la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, deploró públicamente el maltrato a los detenidos.