Omar Hasán el Bechir, presidente de la República de Sudán, se convirtió ayer en el primer jefe de Estado sobre el que pesa un mandato de arresto emitido por el Tribunal Penal Internacional (TPI), la instancia jurídica supranacional creada en el 2002 para acabar con la impunidad existente en las violaciones del derecho internacional humanitario. Un jurado de tres magistrados ha dictaminado que existen suficientes argumentos legales como para pedir la detención del dirigente sudanés por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, que incluyen los delitos de homicidio, violación y tortura, según anunció ayer desde La Haya una representante del TPI.

"El hecho de que Omar el Bechir ostente el cargo de jefe del Estado en ejercicio no le permite eludir sus responsabilidades criminales, ni tampoco le confiere inmunidad contra las acusaciones del TPI", declaró la portavoz del TPI Laurence Blairon. La orden de arresto no incluye el cargo de genocidio, definido como el exterminio sistemático de un grupo humano por motivos de raza, religión o política, debido a que el tribunal no encontró indicios suficientes de ello, aunque esta situación podría cambiar si la acusación "logra acumular pruebas" en ese sentido.

SIN FUERZA POLICIAL Es más que probable que la orden de detención no pueda ser ejecutada en un futuro próximo. El TPI carece de fuerza policial y hasta ahora ha dependido de la voluntad de los estados concernidos para llevar a cabo sus mandatos. Sudán ha reiterado que no piensa cooperar con el tribunal y únicamente un golpe de Estado interno o militar, o una ofensiva de la guerrilla darfuriense que lograra desestabilizar al régimen, podría revertir la situación. Otra posibilidad es que se mantenga el actual status quo .

El Bechir, tercer jefe del Estado en activo acusado formalmente por una instancia judicial internacional tras Charles Taylor y Slobodan Milosevic, ya ha anunciado que no dará su brazo a torcer y que acudirá a Doha a la cumbre que la Liga Arabe celebrará este mes de marzo. Como prueba de que no cede, Sudán expulsó a 10 oenegés francesas, estadounidenses y británicas que trabajan en los campos de desplazados de Darfur.

ALEGRIA DE LAS VICTIMAS La alegría que se vivía en los campos de Darfur y en los de refugiados en Chad contrastaba con la indignación de los seguidores de Bechir y la preocupación de países y organizaciones con algo que decir en Sudán como China, la Liga Arabe o algunos países islámicos. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, urgió ayer al Gobierno de Sudán a garantizar la seguridad de la población civil y el personal de la ONU ante una posible reacción violenta a la orden de arresto.