En las pocas entrevistas que ha concedido desde que ganó las elecciones del 8 de noviembre, se ha visto a un Donald Trump conciliador y alejado de su perfil más controvertido de la campaña. Ya no pretende perseguir judicialmente a Hillary Clinton y está dispuesto a preservar los aspectos más populares de la reforma sanitaria de Barack Obama. Son solo dos ejemplos porque en la conversación que ha mantenido este martes con los periodistas del New York Times, el magnate ha atemperado sus posiciones respecto al cambio climático. Trump ha sugerido que está abierto a que Estados Unidos siga siendo parte del Acuerdo del Clima de París y ha reconocido que hay “alguna conexión”entre la actividad humana y el calentamiento del planeta.

Esas declaraciones representan un giro potencialmente significativo respecto a las ideas expresadas durante la campaña, una serie de posiciones que han alarmado a la comunidad científica y los ecologistas. Trump había prometido retirar a su país del Acuerdo del Clima para reducir las emisiones contaminantes y cancelar desde el primer día de su mandato la contribución a los programas de Naciones Unidas dedicados a luchar contra el calentamiento global. De la entrevista con el Times, no está claro si pretende dar marcha atrás, pero sí se deduce que está dispuesto a contemplarlo. “Lo estoy estudiando muy de cerca. Tengo la mente abierta al respecto”, dijo en referencia al acuerdo de París. También se alejó de susposiciones negacionistas respecto a la influencia humana en el cambio climático.

“Creo que hay alguna conexión. Alguna, algo. La cuestión es cuánto”. Desde que escribió aquello de que el calentamiento global fue “un invento de los chinos” para restar competitividad a la industria estadounidense, Trump se había alineado con la opinión mayoritaria del Partido Republicano, más preocupada por proteger los intereses de las petroleras que del planeta. Pero no siempre fue así. En 2009, el magnate estampó su firma en una carta firmada por empresarios que reclamaba inversiones en energías limpias para “reducir las emisiones dañinas que están poniendo en peligro a nuestro planeta”.

CAMBIOS DE POSICIONAMENTO

Los cambios de posicionamiento son una constante en su carrera. En función de los intereses del momento, Trump es pro-aborto o antiabortista, demócrata o republicano, desprecia a Obama o lo ama. “Tuve una gran reunión con el presidente Obama. Me gusto realmente mucho”, ha dicho este martes en la entrevista. En ella también asegura que le “encantaría ser el hombre que firme la paz entre Israel y los palestinos”, una empresa para la que cuenta con su yerno, Jared Kushner, un millonario judío ortodoxo con extensas conexiones en el Estado hebreo. Y a la vez ha condenado a la derecha alternativa, esa coctelera de nacionalistas blancos que le apoyó durante la campaña y que este fin de semana escandalizó al país con saludos nazis durante una conferencia en Washington. “No quiero energizar a este grupo y lo repudio”, ha declarado. No son más que palabras porque Steve Bannon, uno de los más notorios representantes de esa derecha, será uno de sus principales asesores en la Casa Blanca.