China encajó ayer un gancho imprevisto. No por la recurrente reclamación de libertad de expresión, sino por el remite de la misma. La crítica llega del tuétano del régimen, de los presuntos guardianes de las esencias, de 23 exaltos cargos del Partido Comunista, firmantes de una carta que exige la libertad de expresión recogida en la Constitución de 1982. "Esta falsa democracia, donde en teoría se respeta la libertad pero se niega en la práctica, es un escándalo para la historia de las democracias", concluye el escrito.

La carta se cocinó tras la reciente detención de un periodista por denunciar el corrupto proceso de desalojo previo a la construcción de una presa. Fue escrita antes de que se otorgara el premio Nobel de la Paz al disidente chino encarcelado Liu Xiaobo, y no se incluyó ninguna referencia para evitar su censura. El documento fue publicado en Hong Kong y se extendió velozmente por la red china. Está dirigido a la Asamblea Nacional Popular, el Parlamento chino.

Entre los firmantes figura Li Rui, antiguo secretario del presidente Mao Zedong. En su mayoría son octogenarios y varios tuvieron responsabilidad directa sobre la censura. También suscriben el texto Hu Jiwei, exeditor jefe del Diario del Pueblo; Yu You, su homólogo en China Daily, e incluso Zhong Peizhang, responsable del Departamento de Propaganda. Todos ellos carecen de poder en la actualidad, pero conservan cierta influencia.

NOTICIAS TABU "Con nuestra censura estamos 315 años por detrás de Gran Bretaña y 129 detrás de Francia", dice la carta. Pekín prohíbe con regulaciones los temas sensibles, pero es el Departamento Central de Propaganda quien llama a los editores de los diarios para especificarles qué noticias son tabú. De ese departamento no escapa ni el primer ministro, Wen Jiabao, el más progresista del Gobierno. La carta recuerda que sus recientes discursos en el extranjero pidiendo la aceleración de reformas democráticas fueron silenciados en la prensa china.