Cuerpos mutilados y heridos por todas partes en el Hospital Al Chifa de Gaza. Y en medio de la confusión padres desesperados en busca de su hijo desaparecido tras los ataques israelís. Muchos saben que vienen a certificar la muerte de sus muchachos. Las ambulancias, con cadáveres o heridos, siguen llegando. También muchos coches particulares con civiles dentro envueltos en mantas o sábanas ensangrentadas, que hacen la función de camilla.

Poco después de los ataques aéreos de ayer --que han causado más de 700 heridos y 200 muertos-- se satura la morgue. Cuerpos sin identificar se apilan en el suelo en el servicio de urgencias y también en los pasillos. Los heridos gritan, pero nadie les escucha. Los médicos y enfermeros están completamente desbordados. A veces, una misma sábana sirve para transportar varios cuerpos. Miembros despedazados caen por tierra. El suelo se llena de regueros de sangre y los padres desesperados claman asistencia.

La inmensa mayoría de las víctimas llevan aún el uniforme de los servicios de seguridad del movimiento islamista Hamás, que controla Gaza y cuyos cuarteles fueron atacados por los aviones israelís.

Provistos de altavoces, empleados de la morgue piden a los familiares que formen cola en la entrada. "Mi hermano estaba aún con vida cuando ha llegado aquí y me hablaba, pero nadie se ocupó de él", afirma Ahmad Al Gharabli sobre su hermano Baha, policía de Hamás. El cuerpo ensangrentado y sin vida de otro policía, Mohamed Abú Chabane, comparte camilla con una niña de una decena de años, mortalmente herida en el vientre. "No se la reconoce" , afirma el hermano del policía, que se llama Wissam.

Abú Obeida Al Jarah, un jefe de la policía que se encontraba en uno de los edificios destruidos, escapó a la incursión. "Conseguimos salir inmediatamente y enseguida vinimos para aquí para identificar los cuerpos" , explica. "Ha sido una verdadera masacre que no se quedará sin respuesta. La sangre de los policías no será en vano", afirmó.

El ministro de Salud del Gobierno de Hamás, Bassem Naïm, presente en el hospital, deploró la falta de medios. "No podemos hacer frente a esta terrible masacre que se ha producido con la complicidad árabe e internacional", afirmó.

Desinformación

Con los pies desnudos y el fular caído sobre los hombros, Asmaa Abdo, madre de dos policías en formación, se desplazó hasta el hospital después de haberse informado de las incursiones israelís. "Me han dicho que mis dos hijos están muertos, pero nadie en el hospital está en condiciones de confirmármelo", grita. Luego, la mujer lanza improperios contra el presidente palestino Mahmud Abbás, expulsado por Hamás del poder en junio del 2007.

Fuera el panorama es también dantesco. Hay edificios enteros derribados y casas sin cristales. Y entre los escombros, los socorristas buscan cuerpos. Mientras, los minaretes de las mezquitas difunden versículos del Corán en señal de luto.

Diversas mujeres llorando recorren a pie las calles en busca de sus hijos. Algunas de ellas van camino del hospital. Entretanto, las cadenas de televisión ofrecen imágenes como las descritas bajo el título de El Holocausto continúa.