La noche del jueves en Brasil ha sido una noche de logros y fracasos, teñida por la muerte de una persona en una ciudad del estado de Sao Paulo y por los al menos 40 heridos que se han registrado en Río de Janeiro. Por un lado, el Movimiento Passe Livre ha conseguido sacar a las calles de Río de Janeiro a 300.000 personas en una manifestación convocada a pesar de que las autoridades han cedido a las protestas y han anulado la subida de tarifas del transporte público. Una cifra aportada por la Policía Militar y que contrasta con la de los organizadores, que aseguran que se ha cumplido el objetivo de reunir a un millón de personas. Por otro, la violencia ha vuelto a hacer acto de presencia y esta vez de una forma especialmente desagradable. Violencia gratuita de la policía, destrozo del mobiliario urbano por parte de manifestantes radicales e incluso manifestantes contra otros manifestantes.

Esta última circunstancia, especialmente triste, ha enfrentado a algunos partidarios de mantener las manifestaciones libres de la prsencia de partidos políticos contra los miembros del Partido Comunista do Brasil (PCB). Al grito de "Sem partidos, sem partidos" ("sin partidos, sin partidos"), algunos manifestantes han arrinconado a los comunistas que han respondido atacando con los palos de sus banderas, intencionadamente gruesos para hacerlos servir como arma en caso de confrontamiento. Poco antes, algunos de los miles de protestantes que marchaban en la cabecera de la manifestación principal habian intentado sin éxito ocupar el Ayuntamiento de Río.

Tensión creciente

Los antidisturbios, desplegados para garantizar la integridad del consistorio, han logrado disipar a los violentos a base de gases lacrimógenos, pelotas de goma e incluso disparos intimidatorios con armas de fuego. A partir de ese momento el caos se ha apoderado de las protestas y la mayoría de los manifestantes han preferido volver a sus casas para evitar quedar a merced de los confrontamientos entre violentos y policía.

Algunos de ellos, aterrorizados por la creciente tensión en las calles, han tenido que refugiarse en el primer lugar que han encontrado. Este ha sido el caso de los 250 manifestantes que se han refugiado en el edificio de la facultad de Filosofía de la Universidad Federal de Río (UFRJ). El director del centro, Marco Aurélio Santana, ha transmitido un mensaje de tranquilidad a los padres de los jóvenes. "Quiero avisar a todos los padres, a todas las personas que la situación está tranquila. La UFRJ está en contacto con las autoridades estaduales para controlar la situación", ha señalado.

Un joven muere atropellado

A diferencia de Río de Janeiro, la manifestación en Sao Paulo, que ha reunido a 100.000 personas, ha sido tranquila. Sin embargo, en la localidad paulista de Riberão Preto una persona ha muerto atropellada mientras participaba en una manifestación. "Un individuo atropelló a un grupo de personas y un joven falleció", ha informado la policía militar de ese estado en su cuenta de Twitter.

El hecho ha ocurrido en la avenida Fiusta, según las fuentes policiales que ha apuntado que en el grupo había tres personas aunque no ha dado datos del estado de las otras dos. Se trata de la primera muerte vinculada a la ola de protestas que vive el país.

El caso de Brasilia, con 30.000 manifestantes, ha sido especialmente significativo. Aunque ha habido intentos de invasión del palacio Itamaraty, sede del Ministerio de Exteriores, y del Congreso Nacional, que ya sufrió un intento de invasión el pasado lunes, los niveles de violencia, aun con algunos picos de fuerte intensidad, se han mantenido controlados.

Reunión de urgencia

La presidenta de Brasil, que se encontraba en la ciudad, ha anunciado la convocatoria de una reunión de urgencia ante la magnitud de las protestas. Dilma Rousseff, que ha abandonado el palacio de Planalto escoltada por el Ejército, se reunirá este viernes con algunos de sus ministros para diseñar la mejor estrategia para contener la oleada de indignación y el giro violento de muchas de las protestas.