Los sectores más radicales del espectro político israelí y del palestino salieron ayer a la calle para mostrar su rechazo frontal a la visita del presidente George Bush. Lo hicieron por separado y por motivos bien diferentes. Los primeros se manifestaron en Jerusalén contra el proceso de paz y la posible división de la Ciudad Santa, anexionada ilegalmente por Israel en los años 80. En el otro lado, una coalición de partidos palestinos, encabezada por Hamás y la Yihad Islámica e integrada también por miembros de Al Fatá, la formación del presidente Abbás, declaró a Bush persona no grata y protestó en Gaza contra una visita que, en su opinión, solo servirá para "estrechar los vínculos entre EEUU e Israel".

Unos 10.000 agentes se ocuparán de la seguridad durante los tres días de estancia del dirigente. Preocupa especialmente la actividad de la derecha ultranacionalista israelí.

Ayer miles de simpatizantes formaron una cadena humana junto a la ciudad vieja de Jerusalén y lanzaron consignas contra la visita. Horas antes, la policía detuvo a seis de sus activistas por colgar carteles difamatorios. Uno de ellos tildaba a Bush de "padre" de "Hamastán", en alusión a la facción fundamentalista que controla Gaza.

Fuera de la agenda oficial, Bush peregrinará a Belén y, en Galilea, a la iglesia de Capernaum y al monte de las Bienaventuranzas.