En Shenyang, una ciudad del norte de China, hay alguien que vuelve a sentirse futbolista. No se sabe aún si será el inicio del reencuentro con quien fue o se trata solo de una etapa más en unos autodestructivos cinco meses que le condenaron al peor de los castigos para una estrella, una celebridad como él: el olvido. Ronaldinho vuelve hoy al campo. Con Brasil y en unos JJOO. ¡Quién se lo iba a decir a Ronnie! A sus 28 años, el que fue dios del Barça y desea serlo ahora del Milan, desanda el camino y busca desesperadamente volver a sus orígenes. Tiene una excusa perfecta: besar el oro olímpico, algo que nunca un futbolista brasileño ha logrado.

Ante Bélgica (11 h, TVE-1), Ronaldinho se enfrenta a sí mismo. A su recuerdo, a su leyenda, a lo que fue y ya no es. Dicen que sí, que está más delgado. Lógico. Si hubiera engordado más, su figura sería ruinosa. Dicen que ya vuelve a sonreír. Normal. No ha tenido motivos para estar alegre en el campo porque renegó de casi todo. De su pasión, el fútbol, de su oficio, el fútbol, y de su negocio...

TRIUNFAR CON BRASIL Pero, además de reinventarse como jugador, Ronaldinho necesita demostrar que puede triunfar con Brasil. Desde 1997, cuando logró el Mundial sub-17 en Egipto, no ha vuelto a brillar. Once años más tarde, le queda otra oportunidad. "He venido a China para ganar el oro", dijo el exjugador del Barça, quien consideró a la Argentina de Messi, que debuta ante Costa de Marfil (La 2, 16.00 h, diferido), como principal rival.