Tras algunos años de ausencia, Day-Lewis volvió con modos deliciosamente excesivos, intimidando en el papel de Bill el Carnicero, verdadero jefe de una banda de matones en el West Side neoyorquino de mitades del XIX. Según cuenta Herbert Asbury en el libro que inspiró a Scorsese, Bill Poole, «carnicero de profesión, lo sabía todo sobre cuchillos, y a nadie se le escapaba el hecho de que podía lanzar un cuchillo de carnicero a seis metros de distancia e hincarlo tres centímetros en el tronco de pino». Day-Lewis contactó con faquires de circo para tomar lecciones. Además, aprendió a tocarse su falso ojo de cristal (un añadido al Bill de ficción) con la punta de un cuchillo sin pestañear.