Vivimos en una sociedad cansada, cada vez con más exigencias y más estrés y con menos tiempo para cuidar nuestro débil estado emocional .

En la primavera y comienzos del verano muchas personas que padecen depresión, no pasan por su mejor moment. He querido dedicar en mi sección de Bienestar a dar un repaso profundo a esta dolencia cada vez más frecuente en nuestros tiempos, en algunas ocasiones con tristes finales (suicidios) y que debemos prevenir y actuar a tiempo. En realidad tenemos que colaborar todos, la familia, los profesionales sanitarios y el propio paciente .

Aunque se vea la salida del pozo muy lejos, es posible salir. Por ello hay que animar al paciente continuamente y hacerle ver que solución, darle herramientas para poder sobrevivir a esta temida enfermedad.

La depresión es un trastorno mental caracterizado fundamentalmente por un bajo estado de ánimo y sentimientos de tristeza, asociados a alteraciones del comportamiento, del grado de actividad y del pensamiento.

Causas de la depresión

Salvo algunos casos de depresión asociada a enfermedades orgánicas (enfermedad de Párkinson, tuberculosis, etc.), la depresión se produce generalmente por la interacción de unos determinados factores biológicos (cambios hormonales, alteraciones en los neurotransmisores cerebrales como la serotonina, la noradrenalina y la dopamina, componentes genéticos, etc.), con factores psicosociales (circunstancias estresantes en la vida afectiva, laboral o de relación) y de personalidad (especialmente, sus mecanismos de defensa psicológicos).

Los genes que heredamos de nuestros padres y que son influenciados por las experiencias que tenemos en nuestra vida, pueden predisponernos a padecer depresión. Los niños que sufren un fuerte estrés o que tienen una pérdida significativa en la familia; o niños con problemas de atención, del aprendizaje, de la conducta o de ansiedad tienen más riesgo de sufrir depresión.

Otros problemas como abuso de sustancias (alcohol, marihuana, etc…) con frecuencia acompañan o preceden a la depresión. También una historia de depresión en familiares cercanos (aunque haya sido hace tiempo, o el familiar no conviva con el niño) es un riesgo genético para que el niño sufra depresión.