La glándula pineal de los humanos tiene un peso cercano a los 150 miligramos. A pesar de la existencia de conexiones entre la glándula pineal y el cerebro, aquella se encuentra fuera de la barrera hematoencefálica; y está inervada principalmente por los nervios simpáticos que proceden de los ganglios cervicales superiores.

Sus funciones

La melatonina regula el reloj biológico de los seres humanos como hormona natural. También se le llama «la hormona de la oscuridad», ya que transmite información a nuestro cuerpo, en forma de señales hormonales, sobre la hora y la duración de la noche. Durante las horas diurnas su producción es casi nula.

La producción de melatonina se lleva a cabo a través de un impulso del núcleo supraquiasmático del hipotálamo, que regula significativamente el ritmo circadiano. Si la retina del ojo deja de percibir luz azul en medida suficiente, el núcleo supraquiasmático es informado y, a su vez, transmite a la glándula pineal el impulso de producir melatonina. Así, la hormona se libera en la sangre de una manera cíclica y de acuerdo con un ritmo determinado, especialmente durante la noche, para sincronizar todo el organismo en la fase circadiana actual.

Ritmo diario y anual

Cuando la retina captura la primera luz del día, se interrumpe la producción de melatonina y en su lugar comienza la producción de otras hormonas necesarias para mantenernos despiertos. Este ciclo contribuye a crear el ritmo circadiano de sueño/vigilia que dura 24 horas.

Debido a la variación de la luz en las diferentes estaciones del año, también hemos desarrollado un ritmo anual, además del ritmo circadiano (diario). Durante el invierno, la melatonina es producida y liberada en la sangre durante un período de tiempo más largo que en verano.

De corta duración

La melatonina tiene una semivida muy corta de aproximadamente 30 minutos. Dado que se desintegra tan rápidamente, debe ser producida constantemente a lo largo de la noche para conseguir un buen sueño reparador (y muchos otros beneficios). En los seres humanos con un ritmo circadiano sano, los niveles de melatonina aumentan rápidamente en la oscuridad y se mantienen elevados a un nivel constante durante toda la noche hasta el amanecer. Este alto nivel de melatonina no sólo es necesario para conciliar el sueño, sino también para disfrutar de un descanso profundo y reparador. Temprano por la mañana el nivel de melatonina disminuye de nuevo bruscamente, para permitir que nuestro cuerpo reaccione a la condición de luz creciente y por lo tanto que se despierte.

El hombre moderno es el único ser viviente que se permite desviar sus ritmos biológicos invirtiendo el día con la noche. Además, con la edad disminuye nuestra capacidad de producir melatonina durante las horas nocturnas. Como resultado, la señal transmitida a cada parte del cuerpo se vuelve más débil. A menudo no se activa hasta bien pasada la medianoche. Al amanecer, sin embargo, la secreción de melatonina se detiene puntualmente. Las personas mayores, por lo tanto, son capaces de producir la hormona del sueño durante un período más corto y, en general, su cuerpo no logra disfrutarla de manera eficaz.