-Nació en Aldea Moret, ¿puede recodar su infancia?

-Maravillosa, una infancia de barrio, con la familia, con los amigos, jugando a la pelota, haciendo música todo el día...

-¿Por qué ese barrio ha sido tan castigado?

-En gran parte por desconocimiento. Salí de allí y no recuerdo ningún episodio dramático en mi infancia. Un barrio humilde, lleno de buenas personas. Sí que es cierto que, como todos sabemos, hubo un punto de inflexión.

-Estudió en el colegio Gabriel y Galán...

-Así es, y recuerdo a muchos profesores: doña Consuelo, doña Mercedes, mi tutora doña Isabel; me acuerdo hasta de doña Mariluz que era la de parvulitos. Buenas personas queriendo hacer lo mejor, un profesorado excelente. El colegio era maravilloso, gigante, con muchísimos niños, creo que hoy hay poquitos, pero entonces éramos una barbaridad, 500 o 600, y lo recuerdo con mucho cariño. Los profesores estaban muy atentos a nosotros, se preocupaban porque nos formáramos y no fuéramos unos borricos, porque no supiéramos simplemente leer y repetir como loros en un examen, cosa que hoy día pasa a más a menudo. Eran más humanos que profesores.

-En el siglo XIX las minas constituyeron el referente industrial más floreciente de todo Cáceres. ¿Por qué no se trabajó para su recuperación?

-Voy mucho a Aldea Moret, mi tía sigue viviendo allí y sinceramente no entiendo por qué no hacen de aquello algo grande. Reformaron el Embarcadero, quedó precioso, pero tampoco tiene un gran uso. Hay mucho por descubrir.

-Su padre trabajaba en las orquestas Quo Vadis y Eclipse. ¿Cómo surgió en usted la pasión por la música?

-Tanto a mí como a mi hermano nos inculcó desde pequeño la pasión por la música, casi por inercia propia. Desde pequeños hemos visto instrumentos, pianos, guitarras, mi padre siempre cantando. Es funcionario del ayuntamiento pero realmente ha sido músico desde que nació. Eso se lleva dentro y soy de los que piensan que eso no es opcional: si eres músico, lo eres independientemente de que profesionalmente puedas dedicarte a ello o no. Mi padre nos ha inculcado que la música es un trabajo serio, respetable, nos han apoyado tanto mi padre como mi madre al cien por cien en nuestras carreras, que eso es muy importante; no pensar que son pájaros ni cositas de adolescentes. Es de agradecer, porque no siempre pasa.

-Eso lo demuestra el hecho de que se formó en el conservatorio y con algunos de los grandes de la guitarra...

-En la etapa del conservatorio era muy pequeñito, porque hago los años en noviembre y era el más chico de mi clase. Recuerdo aquella época no con todo el cariño que debiera, sinceramente. Quizá no caí en las mejores manos académicas y la recuerdo como una etapa un poco turbia, pero la verdad que de mucho aprendizaje, no voy a mentir. Tuve una gran evolución musical, profesores que se preocuparon mucho, quizá en exceso de mi formación, y despunté rápidamente con la guitarra. A los 12 años decidí que yo lo que quería era hacer flamenco. Estudié con un profesor y gran guitarrista de la tierra Claudio Borrella, gran maestro también. Y al poquito tiempo hablé con mi padre y me dijo que había llegado el momento de formarme fuera. Así que me fui a Sevilla, donde me formé con Rafael Mendiola, un gran guitarrista de artistas como Chocolate, aunque digamos que su artista fetiche fue el recientemente fallecido Chiquetete. Rafael me presentó a un concurso de la Peña del Niño Ricardo, que es una eminencia (fue el maestro de Paco de Lucía), y quedé en tercer lugar. Imagínese un cacereño de 15 años llevándose un premio internacional, que allí había gente de Rusia; pues era un escándalo.

-Pasó por el Festival de la Canción de Benidorm, ¿cree que este tipo de certámenes va a menos?

-En la vida todo es cíclico y ese festival ha durado muchísimos años en pie y es realmente digno de aplaudir. Al fin y al cabo fue el primer talent show que se hacía por llamadas. Y no es que vayan a menos, tienen su vida, algunos una vida más corta, otros más larga.

-Le propusieron participar tocando la guitarra en el disco ‘Los locos somos así’, del grupo Los Caños. Forjó una amistad con Kiko y participó en la creación de Kiko y Shara. Entraron en todas las listas de radios del país y fueron número 1 en ventas. Tuvieron un éxito sin precedentes con su tema ‘Puede ser’....

-Aquello fue una locura, la verdad. Después de ganar el tercer premio del Festival de Benidorm vino todo encadenado. Unos productores que había en el festival me dijeron que si quería colaborar tocando la guitarra en el disco ‘Los locos somos así’ de Los Caños y allá que me cogí un autobús y me fui a Valencia a grabar yyyyyyyy... una amistad gigante, muy grande con Kiko, desde el principio. Mucha sintonía con el grupo, éramos más o menos todos de la misma edad. Y una cosa llevó a la otra, de repente nos vimos en que el fin de Los Caños estaba ya cerca aunque ese trabajo fue disco de oro, pero el siguiente paso fue formar Kiko y Shara. Pepe Barroso decidió juntarlos para Sony Music y apostaron por mí para hacer todos los temas, entre ellos el ‘Puede ser’, que salió de single, una canción que fue una revolución. Rompimos el mercado musical. Creo que de ese disco vendimos cerca de 130.000 copias, para la época fue un disco de platino y tres de oro casi, una barbaridad.

-Y todo eso sin moverse de Cáceres, levantando un estudio en Sierra de Fuentes. ¿Se puede crear desde una ciudad que dicen que está muerta?

-Estoy demostrando que se puede. Hace cosa de ocho años tuve que decidirme por Cáceres, Sevilla o Madrid, porque mi trabajo era muy abundante y estaba todo el día viajando, pero opté por quedarme porque, primero, es mi ciudad, segundo porque dudo de que se viva mejor en cualquier otro sitio, conozco el país de cabo a rabo y no hay nada como Cáceres, y no es amor de cacereño, se lo aseguro. Desde aquí estoy a dos horas y media de Madrid y a dos horas y cuarto de Sevilla, entonces voy y vengo a reuniones en un día sin problemas. Monté mi estudio en la casa que compramos mi mujer y yo en Sierra de Fuentes, con unas vistas espectaculares, una calma total que me permitía trabajar, y desde entonces allí han venido todos los artistas, ganadores de La Voz, participantes de Operación Triunfo. Artistas de renombre del país vienen a Cáceres a grabar desde que me dedico profesionalmente a esto en primera división. Me estrené con 21 años con Kiko y Shara y en estos 14 años han pasado nombres como Andy y Lucas, Hugo Salazar, Marta Quintero, Gemeliers, los ganadores de La Voz Kids (Rocío Aguilar, José María Ruiz), Melocos, Mireia Bravo de OT, es que podría no acabar, estoy haciendo ahora el disco de Luis Mas, también de OT, y a la espera de que vengan más. Pelotazos en Andalucía como Entre Mares, Erica Leiva, que acabamos de terminarlo. Grabamos también para Javi Cantero, el hijo de El Fari. Hay muchos que he producido junto a mi hermano, Aitor Moya.

-Desde aquí ha conseguido numerosos discos de platino y más de 15 discos de oro. ¿Cómo son los artistas?

-Creo que es más el boom social que se crea que la realidad. Casi todos los artistas que vienen a grabar a casa son personas sencillas y humildes. Trabajamos para la gente que quiere escuchar nuestra música, es que no hay más trampa. Tenemos nuestros miedos, nuestras dudas, nuestros momentos de euforia. Igual que cualquier negocio que se monta, con la música estamos intentando enseñar la mejor cara de nosotros.

-¿Con qué disfruta más, cantando sus canciones o escuchando sus temas en la voz de otros?

-He sacado algunos discos, pero lo mío realmente es más componer que cantar. Sin duda disfruto componiendo canciones para el mundo, bien las cante yo o las canten otros. A mi entender la música es infinita. Me encanta escuchar mis temas en boca de otros artistas, que le den su toque, su alma, su manera de interpretar, su manera de pensar. Es un mundo aparte, a mí eso me transporta, es lo que más me llena.

-¿Y cómo lo hace?

-Es como cuando vas a un sastre, toma tus medidas y te hace tu traje. Me preocupo de conocer al artista para que la canción fuera como si la hubiera hecho él.

-Ha citado a Pepe Barroso, hable de su sello discográfico, Pep’s Music Group...

-Ah, para mí es casa, porque él fue la primera persona que creyó en mí y en mis canciones y se lo agradeceré siempre. De hecho en la actualidad estamos trabajando juntos en el cierre de un disco.

-¿Qué opina de OT?

-Todo lo que sea sacar música como sea me parece genial. Sé que es un formato muy criticado pero no lo oirá de mi boca. Estoy a favor de estos concursos.

-¿Su piano es su psicólogo?

-Sí, cuando estás en el salón de composición y esas 88 teclas te están mirando, te están preguntando qué quieres decir, qué quieres contar, no te juzga, no te rebate nada, te hace escucharte y darte lo que necesitas. Tanto un piano como una guitarra son unos psicólogos geniales, esos siempre escuchan.

-¿Cómo ve el panorama político y la irrupción de nuevos partidos?

-Me parece necesaria. La gente tiene que tener a lo que aferrarse y cómo expresarse.

-¿Qué opina usted del tren?

-Una vergüenza absoluta en mayúsculas. El otro día vino a grabar a mi casa un chico de Barcelona y estuvo parado como 40 minutos. Y eso es lo de menos: la cantidad de gente que se queda tirada, el descarrilamiento del otro día. En ese aspecto deberíamos hacer algo urgentemente. Aunque me duela decirlo, estamos a nivel tercermundista. No tenemos un tren fiable y eso me parece muy preocupante porque nos borra del mapa. Estamos en una esquinita de la península, aislados, y nadie hace por remediarlo. Se pasan la pelota unos a otros, puedes ver videos en las redes prometiendo que llegará un tren que nunca llega. Me parece vergonzoso.

-¿Cómo se vive de la música?

-Pues con mucha música.

-Ya, pero luego hay que pagar las facturas...

-(Risas). La música es un trabajo difícil porque está gratis en la red (se pone serio). Para vivir dignamente es muy complicado. Me siento afortunado porque hoy mi música se compra, se respeta, se pone en plataformas, tengo el apoyo de radios y televisiones, pero sí que es cierto que somos muy pocos los que podemos decir esto. La persona que tiene que ir con su guitarra, de sala en sala, de bar en bar, es muy difícil que se dedique solo a eso. Dedicarse a la música es un acto de fe.

-Hoy la música se regala, no se compra. Pero parece un discurso manido porque ya no hay vuelta atrás. ¿Cuál es a su juicio la alternativa?

-Es complicada porque hay una parte de mí que quiere entender a las personas, vale, porque vivimos en un país donde siempre van a aceptar la opción de gratis. Me duele porque sé que en otros países no son así, pero en el nuestro sí, porque somos el país de la picaresca y si puedo tenerlo gratis no voy a pagar por ello. La gente tendría que concienciarse. Descargarse una canción, bajarse un disco no es ilegal. La gente lo tiene a mano y lo usa y no puedo recriminar que lo use si lo tiene a mano.

-Pero algo pasó, porque en este país parece incuestionable pagarle a un médico y nadie cuestiona que se escuche música gratis...

-Se cuestiona y te lo echan en cara. Lo que más me duele de la gente es que encima se creen en el derecho de bajarse gratis la música, y te lo rebaten, y se piensan que todos los músicos viven en yates, en fiestas y mansiones. Y eso no es así. Y duele mucho, sinceramente.

-Sin embargo hay artistas que registran llenos con sus conciertos...

-La gente intenta aferrarse ahora a los derechos de autor y a los conciertos, y eso ha estado siempre. Y había muchos más conciertos cuando se vendían discos, porque se creaba más el bloque de fans, porque se consumía música al cien por cien, en teles, en radios, en tiendas... Hay artistas que llenan, no lo discuto, pero son los que están en el top; y hay un mundo muy interesante que está fuera de ese top. Está claro que Alejandro Sanz, David Bisbal o Pablo Alborán, siempre van a vender discos, ellos llenan estadios, pero de ahí hacia abajo hay un mundo maravilloso repleto de buenos músicos. En Cáceres estuve en uno de los mejores conciertos que he estado en mi vida, el de María Villalón, y estábamos cinco personas.

-Lo que pasa es que antes teníamos a una Rocío Jurado, un Serrat, un Sabina, un Freddie Mercury, y tenían su propio sello. ¿No le parece que ahora todos suenan igual?

-En muchas ocasiones sí. Pero me habla de artistas que aparte de un innegable talento no tenían en contra la industria de hoy. Permítame que ponga en tela de juicio el éxito tan masivo de esos artistas hoy día. Bohemian Rhapsody, de Queen, directamente no lo pincharían las radios. Nosotros jugamos con una camisa usada que está muy desgastada. No es que ahora haya menos talento, es que ahora es muchísimo más difícil poder enseñarlo.

-Ahora tiene un pub en La Madrila, Mawhi, con la que está cayendo por los ruidos...

-Me encontré con mi socio Jaime Gutiérrez, Turu, coctelero de órdago, y hemos conseguido una gran aceptación. Esto no es de reggaeton; la música nunca está alta. Decidimos especializarnos en otra cosa, el cóctel, el café, los batidos, el local tranquilo; la escuela de antaño, la del antiguo Carpe Diem o La Fontana.

-Y para terminar, la música hasta el final...

-Eterna música (concluye sin despegarse de su guitarra, acariciando sus cuerdas, de las que siempre sale música).