Regando el césped de unos amigos que estaban de vacaciones, su gato, comenzó a jugar con un pájaro de los que en esta época comienzan a caerse de los árboles en unas particulares clases de vuelo. La sensación de indefensión que daba el pobre pollo era tremenda. Atacado vorazmente por las omnipresentes hormigas, provisto tan sólo de una pelusa que le cubría un cuerpecillo del tamaño de una aceituna y una caricatura de alas desproporcionadamente pequeñas, desnudas aún de plumas.

Más tarde, volvería a experimentar algo similar, aunque en este caso, sin poder rescatar a los afectados. Así, este mismo día, tuve que desplazarme hasta Almendralejo para recoger un pedido que había hecho en una tienda que frecuentaba en Mérida para descubrir con pena, que no había ninguno de sus empleados en el establecimiento de la vecina ciudad del vino.

No soy habitual de las compras por internet y tampoco suelo desplazarme para adquirir artículos, pero hasta que la cosa no mejore, apoyaré a las empresas locales o que se encuentren en Mérida, ya que no será el negocio de la web el que contrate a nuestros familiares o amigos. Serán ellos, además, los que, si tienen dinero, mantendrán nuestros negocios o los que nos dan empleo. Quizás no sea lo correcto, pero en las actuales circunstancias, prefiero barrer para casa, al menos hasta que la crisis pertenezca al pasado o la mayoría de nuestros empresarios hagan un gran porcentaje de sus ventas por internet y mantengan sus domicilios sociales en la ciudad. De esta forma, veríamos que las incipientes alas de los emprendedores emeritenses no se quedan tan sólo en un proyecto. Un aspecto que repercutiría en toda la economía del municipio y además el ayuntamiento recaudaría más y podría incrementar el gasto en otros aspectos como quitar la zona azul o mejorar el mantenimiento de zonas ajardinadas, etc. El objetivo, evitar que siga la plaga de carteles de "se vende" donde antes había negocios prósperos.