El expresidente de la Junta de Extremadura Juan Carlos Rodríguez Ibarra le dio la sorpresa al alcalde Mérida Pedro Acedo , cuando le presentó las obras que se iban a realizar en los antiguos terrenos de La Paz para las futuras consejerías. Este último se quedó un poco confuso.

Acedo le había cedido a la Junta el solar del antiguo cuartel de artillería de Hernán Cortés, más de cuarenta mil metros cuadrados, para que allí estuvieran el mayor número de consejerías. Se desechó a los pocos días de tener incluso las llaves.

La idea del tercer Milenio ha sido una de las barbaridades mayores que se han hecho en la ciudad. Se ha movilizado parte de la Junta de Extremadura, los juzgados, la Comisaría de Policía, para poner una denuncia hay que pensárselo. Todos callan, pero aunque tienen los funcionarios magníficos despachos, el desplazamientos de miles de ellos a ese lugar ha desmantelado el centro de Mérida. Se ha quedado casi despoblado.

La Consejería de Educación y Cultura, con lugares como la casa de la calle de Santa Julia, que fue comprada al oftalmólogo Alfonso Valverde , ahora para las visitas protocolarias, los locales de la calle Almendralejo, el Palacio de la China, Delgado Valencia y algún otro lugar, se han desplazado al Tercer Milenio, como la Consejería de Función Pública. Se nota en los bares, comercios y en la vida cotidiana de la ciudad.

Antonio Vélez , cuando era alcalde, tuvo esa visión desde el principio: si se hace una ciudad administrativa fuera de la ciudad, Mérida se muere. Y luchó por que Morería, al margen de sus yacimientos arqueológicos, se hiciera el mayor centro de entonces de la Junta de Extremadura. De ahí viven, al margen de los funcionarios, muchas personas de su entorno.

Vélez logró que la edificación fuera una realidad. Pedro Acedo propuso el cuartel, y, ambos, que no tienen un pelo de tontos en política, saben que la ciudad, al ser capital de Extremadura y sede de sus instituciones, está en manos de los miles de funcionarios que trabajan aquí.