Han puesto un radar para multarnos a los emeritenses que vayamos a más de 50 por el puente nuevo. Primera cuestión: llamar ‘nuevo’ a un puente de 1954 tiene su guasa; entonces al Lusitania le llamaremos ‘reciente’, al Romano ‘de siempre’ y al del Albarregas ‘camino camposanto’. A estos se suma el Puente de Hierro pero, en ese, no multan salvo que te arriesgues a recorrerlo. Durante siglos los emeritenses sólo tuvimos un puente, el Romano, donde se cruzaban camiones sin rozarse ni entre ellos ni con los que caminaban por allí.

A mí me parece bien reducir la velocidad por motivos de seguridad en un puente de 12.500 vehículos y camiones (¿no están limitados los camiones por casco urbano?) pero sobrevuela el tufillo de que se van a poner las botas a base de recetas de 100 euros. Miren, en esto de las multas de tráfico, junto a las razonables hay auténticos atracos y, para no ir muy lejos, les cuento la cara que tengo yo esta mañana cuando he recibido un aviso de infracción en la Vía A-66 punto kilométrico 340,4 (a la altura de Salamanca) por ir a 114 cuando estaba limitada a 100. ¿Tienen razón? Pues sí, pero han ido a por mí.

A por mí y a por 25.000 vehículos al año (una auténtica barbaridad) para trincar un millón y pico de euros (a costa nuestra). ¿Por qué es un atraco? Porque vas en autovía en torno a 120 por hora y, de golpe y sin móvil aparente, te bajan la velocidad a 100 para después volver a 120. Ni seguridad ni tráfico ni porras, es un radar ‘recaudatorio’ por más que mi multa sea justa. Justa pero inmoral, lejos de cualquier asignatura de educación vial y todavía más distante del evangélico «Al César lo que es del César y a Dios lo que es Dios»; aquí al César lo que es de la DGT. Tengo que preguntarle a Fernando Valbuena si a él también lo han trincado, ya les cuento.