Los aficionados del Mérida han liderado el grupo IV (palito y uve) de la segunda división B del fútbol español. La directiva (Dani y Martín ) han ido exaequo con el UCAM (otros que también cobraban puntualmente) en cuanto a logística y organización. Y la plantilla... ¡ay los jugadores! Sergio Kresic , el mejor entrenador que he conocido al Mérida, tenía a Quintero de longa manus en el vestuario y, de esta forma, se enteraba de lo que rajaba Reyes pese a lo cual le seguía alineando.

El oliventino Perera cumplió, con creces, esa misión y la desarrollaba también sobre el barbecho (llamar a eso césped hay tardes en que era un chiste malo) el tiempo que su rodilla se lo permitió. Pero esta temporada el Mérida no ha tenido un líder ni en el campo ni en el vestuario ni, mucho menos, en el banquillo. Alcázar no sé si supo estar pero, lo que es seguro, es que no supo irse. Y del que le sustituyó, es un decir, ya no recuerdo ni el nombre, así de discreto fue su paso por el Romano.

Alguien me podrá decir, y con razón, que hemos tenido un buen jugador (Pedro Conde ) y un buen partido (contra el Granada), pero frente a eso cuatro meses sin ganar han supuesto una pequeña decepción. ¿Fracaso? No, ni mucho menos. Los aficionados firmábamos gustosos en septiembre ese octavo puesto final que, sobre el papel, ha sido un buen lugar para una temporada de transición. Como entidad se han cumplido las expectativas y hay que reconocerle a Daniel Martín lo que está haciendo por esta ciudad (a ver si el ayuntamiento se entera) pero desde la grada hemos echado de menos en el campo motivación y liderazgo. Y la motivación pesa más que todo.

EL INEFABLE Luis Aragonés decía que si a un jugador le convences, corre un cinco por ciento más rápido. Pues hemos empatado en convencimientos cuando teníamos que ganar en esfuerzo, trabajo en equipo y sacrificio. Di Stefano dixit: ningún jugador es tan bueno como todos juntos. Pues eso.

Y podría seguir, pero entonces no parecería lógica la siguiente conclusión: estoy ahorrando para pagar los tres abonos de mi familia (mi Jorgito va aparte) y deseando que llegue septiembre para volver al Romano. Hay algo extraño en la forma en que el fútbol se adueña de una parte de nuestras vidas, porque nos entretenemos a partir del minuto uno en esta pasión inútil, porque nos volvemos tontos viendo algunos partidos, porque olvidamos cosas importantes pero mantenemos en la memoria aquella galopada de Milojevic , el golazo de Sinval , el dribling de Benítez , los cromos de los jugadores, la música de Strauss convocándonos al partido y el humo de los puros de mi padre viendo al Industrial.

Mi papá, que es quien me hizo del Mérida desde pequeño y hasta ahora mantengo ese sentimiento de pertenencia ampliado. Hay gente, los tengo bien cerca, que puede cambiar de pareja, de trabajo, de partido político o de amigos (desgraciados serán por esto último), se puede cambiar de casi todo menos de equipo de fútbol, esos colores no se cambian por nada. Espero que Bernardo se lo explique esto a la nueva plantilla para la temporada que viene.