El teatro lleva enredándose en Mérida desde hace más de veinte siglos, indisoluble, como el muro y la hiedra. Así lo demuestra la historia de Cornelia Nothis y Quintus Vibius Fuscus , actores que subieron ya en el siglo I al escenario del teatro romano, según puede leerse en sus lápidas. Así de estrecha es la relación que desde entonces se forja con este arte y las piedras monumentales de nuestra ciudad y que este fin de semana ha vivido el estreno de su 59 edición del Festival Internacional de Teatro Clásico.

El desgarre del flamenco habla de una Medea que arrastra su tragedia de nuevo hasta la escena del Teatro Romano de Mérida. Una mujer , hechicera, que traiciona a su padre y a su raza para huir con Jasón a Tesalia, tras ayudarle a conquistar el Vellocino de Oro . Allí es insultada y para que Jasón recupere el trono que le había arrebatado su tío, teje una trama con la que consigue su objetivo aunque, sin embargo, su amado acaba aborreciéndola, motivo por el que urde una venganza en la que acabará con sus propios hijos. La Medea protagonizada por Nuria Espert aún sigue resonando en la memoria del Festival. Este fin de semana, sin embargo, han sido los tacones del Ballet Nacional los que han narrado este drama que llega como un eco milenario, cargada del peso que dejó la interpretación de Margarita Xirgu ya en 1933. Aunque se trata de un Festival de Teatro, quería reivindicar que se incluyera alguna obra de ballet clásico, obras de calidad que siempre llenan. Después de todo el Festival Internacional de Teatro Clásico ha tenido cabida para todo tipo de representaciones e incluso ha mudado de nombre un par de veces.

Hasta el 25 de agosto nos quedan veladas que pasar en un verano, que según un iluminado meteorólogo francés no iba a existir. Preparen sus abanicos o sus chaquetas, porque en las noches del teatro nunca se sabe y disfruten de esta 59 edición que acaba de nacer con una desgarradora tragedia de Medea , para dejarnos con la comedia de Plauto, Los gemelos el 25 de agosto.