Voy el sábado al mercadillo de Estremoz, mitad frutas, mitad chatarreros (ahora les llaman antiquarios) pero que también tiene puestos de libros antiguos, carteles de cine y polvorientas revistas de los 60. Rebuscando encuentro El pensamiento del Sr. Xi Ping sobre el socialismo con características chinas para una Nueva Era y me parece un buen regalo para Miguel Ángel Herrera (el penúltimo comunista vivo, con quien me une una amistad allende fronteras), dado que el Herrerita a veces se expresa como si se hubiera formado en una aldea rural durante la Revolución Cultural y después militara en la Joven Guardia Roja (una forma de ligar como otra cualquiera) lo que le permite una retórica filo maoísta y viril exaltación proletaria. Los chinos le dan sopa con ondas incluso a los podemitas (que ya es decir) en cuanto a culto a la personalidad, propaganda e ideología en su afán de mostrar que están cerca de la gente (obligando incluso a los que no quieren estar cerca de ellos) aunque la gente, sobre todo si es joven, es difícil de convencer (por las buenas) por lo que Mao Zedong (en mis tiempos Mao Tse Tung) y después Den Xiaoping (otro que rompía cristales) no se anduvieron con chinitas a la hora de ponerlos firmes a todos. Por cierto que todos estos se murieron de viejos y en la cama (como otro que el Herrerita sabe) quizás porque como dijo Kissinger: «El poder es el último afrodisiaco»; es lo que tiene empezar viviendo a golpes y terminar tocando lecho (todo esto dicho en chino simplificado, chino tradicional y pinyin). Ya se habrán dado cuenta de mi admiración por el Herrera a quien le cuesta creer en Dios pero cree en Garzón que, con notoria falta de modestia, se dice líder (todavía si me dijera Julio Anguita); de ahí mi regalo para que perfeccione a lo chino sus creencias. Al final en Estremoz terminé dándome un homenaje en la Pastelaria Formosa, tradição na qualidade.