El concejal Francisco Miranda acaba de asumir la nueva delegación de Semana Santa. Su primer paso ha sido pedir colaboración a los hosteleros y ya está en contacto con la junta de cofradías, de la que ha formado parte por mucho tiempo. Ahora analiza para EL PERIODICO la evolución y los retos del evento.

--¿Cuál es su vinculación con la Semana Santa?

--Nace casi conmigo, porque llevo integrado en las cofradías 28 o 29 años. Desde que un día se me ocurrió aparecer por la Hermandad de la Veracruz, que solicitaba costaleros, y me integré y luego, tras una lesión de columna, acabé siendo contraguía de ese paso, y, más tarde, capataz. Después fui teniendo otras responsabilidades.

--¿Cuáles son ahora?

--Sigo vinculado, pero al aceptar un cargo público, renuncié a todas mis responsabilidades eclesiásticas, para no mezclarlas.

--¿Cómo ha evolucionado la Semana Santa de Mérida?

--Cuando yo llegué aún estaba en ese ámbito más tradicionalista, los pasos se portaban con ruedas, apenas había costaleros... Entonces hubo cierta renovación, se dio una mayor integración entre la Iglesia y las cofradías --hasta la perfecta colaboración de hoy--, etcétera.

--¿Y para la ciudad, qué ha supuesto ese cambio?

--Pues, teniendo en cuenta que hay una diferenciación clara, que yo comparto, entre la parte puramente religiosa y otra más de parafernalia, que cada vez ha ido avanzando más hacia lo pintoresco; desde los pasos, la música... Hay una preocupación por la plasticidad, sin perder el espíritu, que a su vez atrae a quienes están menos interesados en la parte religiosa y más por lo cultural, tradicional. Por lo que también la ciudad ha ido ganando de puertas para fuera, como demuestran las declaraciones de interés turístico regional, nacional y, en el futuro, internacional.

--¿Qué le falta aún a la Semana Santa emeritense?

--Evidentemente, todo es mejorable. Lo que tenemos para ofertar es nuestra singularidad, como la del Via Crucis del Anfiteatro Romano --solo Roma hace algo parecido, pero en el exterior del Coliseo Romano-- y la coincidencia con el conjunto monumental. A partir de ahí, hay que cuidar que las hermandades no renuncien a la belleza plástica, a la música, a la parte estética, que supone un coste extra. Potenciar la difusión, dentro y fuera de Extremadura. Mantener y potenciar nuestra Semana Santa.