Potenciar la integración social de las personas con síndrome de down u otras discapacidades a través del deporte. Este es el objetivo de ‘Deporte para todos’, un proyecto que desarrolla desde hace cinco años la Asociación Down Mérida y que se enmarca en el programa ‘El valor de la discapacidad IV’, cofinanciado por el Servicio Extremeño de Promoción de la Autonomía y Atención a la Dependencia (Sepad). Para ello, el pasado mes de noviembre se firmaron convenios de colaboración con una docena de entidades deportivas, el Ayuntamiento de Mérida y la Fundación Jóvenes y Deporte que permiten a Down Mérida mantener un amplio programa deportivo durante todo el año para, además de cubrir las necesidades de entretenimiento de los usuarios, fomentar su inclusión plena, autonomía e independencia y sensibilizar, informar y formar a la sociedad.

Una de las actividades que se desarrollan dentro del programa ‘Deporte para todos’ es la relativa al fútbol inclusivo. Así, durante tres días de la pasada semana, que acabaron con una jornada de convivencia en Alange, los técnicos y usuarios de Down Mérida enseñaron a más de 70 jóvenes de Mérida y comarca las bases del deporte inclusivo en los campus deportivos de la Escuela de Fútbol Emérita Augusta y en el Club deportivo Don Álvaro. Al inicio de cada jornada, los técnicos y seis usuarios adultos de Down Mérida explicaron a los participantes algunos conceptos básicos sobre el síndrome de down y el derecho de las personas con discapacidad a la igualdad de oportunidades, tanto a través del deporte, como en cualquier otro aspecto de la vida. En una segunda parte, los jóvenes conocieron mediante la proyección de un video explicativo cómo se juega al fútbol inclusivo antes de pasar a la práctica.

«Se tratan dos vertientes, la formativa para los monitores y la de sensibilización para todos los participantes», destaca Arturo Rodríguez, responsable del programa deportivo. En concreto, el fútbol inclusivo se juega a tres tiempos. En el primero de ellos se ponen en común las bases del juego sobre los valores del respeto, solidaridad y cooperación. La segunda parte es la del partido de fútbol real, pero sin árbitros, y donde los técnicos influyen lo menos posible para que sean los participantes quienes diriman sus diferencias. «La finalidad no es meter goles», apunta el técnico. La tercera parte implica una reflexión entre los dos equipos para llegar a decidir el ganador del encuentro. «Se hace un pequeño corro en el que los propios chicos son los que acuerdan el resultado valorando las bases. El que más puntos suma es el que gana», puntualiza Rodríguez.

«En los chicos sin discapacidad y en los monitores buscamos un cambio de mentalidad hacia la normalización de las relaciones sociales. Para los chicos con discapacidad buscamos la autonomía, la plena inclusión real en la sociedad y, sobre todo, mejoras a nivel físico y psicosocial que trabajamos con ellos durante el año», apunta el técnico. «El resultado es impactante por el cambio brutal que supone para los participantes y monitores», subraya.