Conozco a Juan Espino Navia, presidente de la Federación Territorial Extremeña de Futbol y vicepresidente de la Real Federación Española de Fútbol, desde que comenzó su andadura como dirigente deportivo. Le llevé, con Agustín Jiménez Villahoz, su campaña y candidatura para acceder a la máxima responsabilidad del fútbol de la región.

He asistido a varias convenciones nacionales de fútbol con él. Le conozco bien. Hemos tenido nuestra diversidad de opiniones, no he estado de acuerdo en determinados momentos, pero Juan Espino, a pesar de esos duros enfrentamientos, es incapaz de aceptar una sola peseta de nadie, y le ha costado más dinero que el que haya podido gastarse por algún desplazamiento a determinados encuentros, fuera y dentro del país.

Juan es médico, se hizo abogado, y el asistir a concentraciones, partidos y reuniones le suponía un trabajo que se los quitaba a su profesión.

Gracias a Espino se hicieron los campos de la Federación en Mérida, en contra de los criterios de dos concejales de entonces que representaban otros terrenos, con el asesoramiento de la entonces Delgada de la Vivienda, María del Coro Cillán, y nombrar el terreno de interés público consiguiendo su financiación.

No es de palco. No le he visto ni una vez cuando el Mérida militaba en Primera División, seguro que tampoco ha ido en Almendralejo, su ciudad natal. Si alguna vez viajó a cuenta de la federación, bien merecido se lo tiene.