La Junta se ha comprometido a reforzar la seguridad del colegio público Dion Casio de Mérida para evitar nuevos robos en su interior, así como a realizar reformas en sus infraestructuras básicas, como la red de aguas o la calefacción. Así lo indica su director, Manuel Marín López, tras una conversación mantenida con el secretario general de la Consejería de Educación y Cultura, César Díez Solís, quien le ha comunicado, no obstante, que las obras deben esperar a contar con una partida presupuestaria que no tiene a día de hoy.

Los técnicos de la Junta visitaron el colegio hace un par de semanas para conocer su estado, que el propio director calificó como "perjudicial para la salud". Entre otras cuestiones señala que las tuberías, que son de hierro, se encuentran oxidadas y llenas de cal, y que el agua no es potable.

Aunque no se han vuelto a producir nuevos robos desde el 2 de agosto, Manuel Marín sigue pidiendo a la Policía Local que esté "ojo avizor", ya que el nuevo curso comienza en apenas dos semanas y no se ha realizado ninguna medida para impedir la entrada de los ladrones.

En los dos últimos cursos el colegio ha sufrido seis hurtos, tres de ellos producidos este verano, hecho aún más reseñable "si se tiene en cuenta que en 200 metros a la redonda existen otros tres centros educativos". Todos los robos han supuesto unas "pérdidas de dinero insostenibles para la escuela". Estas pérdidas alcanzan los 2.000 euros si se tiene en cuenta el valor de los ordenadores, impresoras y demás material escolar que se llevaron los ladrones.

Marín hace hincapié en que el edificio se construyó a principios de los años 80 y que desde entonces no se ha sometido a ninguna reforma, solo se han realizado algunas labores de mantenimiento que hoy día "no son suficientes", pues siguen teniendo, por ejemplo, el mismo sistema de calefacción --que ha reventado en varias ocasiones-- y que produce mal olor por el agua estancada en las tuberías.

También perduran desde los inicios del centro las mismas ventanas correderas de aluminio, que no suponen ningún obstáculo a los asaltantes para acceder al interior del centro educativo. "Mientras uno levanta la persiana, otro desliza la ventana y entran sin dificultades", detalla Marín refiriéndose a la vulnerabilidad del edificio, que se ha incrementado recientemente con la decisión del nuevo gobierno local emeritense de suprimir los conserjes de los colegios públicos.