Deporte, poesía y canto. Son las tres pasiones de Carlos Alonso López, un escritor emeritense que traslada con entrega a sus versos el profundo sentir que mueve su vida desde que le diagnosticaran esquizofrenia a los 16 años. Su afán de superación le ha llevado a publicar su segundo poemario, titulado Rumbo a la frontera: el desenlace, que desmonta los estereotipos asociados a la enfermedad.

-La poesía como forma de expresión en la que se mueve con facilidad, ¿qué la hace especial?

-La poesía me quita el estrés y el peso de lo que quiero sacar a la luz. Escribir se me da mejor que hablar porque puedo expresar lo que quiero y hablando me atasco. La poesía es un tipo de literatura muy personal y creativa.

-La primera fue para su madre...

-Sí. Cuando escribí la primera tenía 19 años y se la dediqué a mi madre, aunque le he dedicado poesías a casi toda la familia y amigos. Con la poesía me encontraba a gusto tras diagnosticarme la enfermedad. No hay que escribir cuando uno quiera, sino cuando venga la inspiración, porque llegará un momento en que lo que escribas no te guste y en vez de animarte te desanimes.

-En su caso no ha cundido el desánimo, de ahí que haya escrito más de 150 poesías y con una temática muy variada...

-En el libro toco bastantes temas. Casi todas las personas empezamos a escribir sobre el amor, pero también hablo de otras cosas, como la fe en Dios y en María Auxiliadora, el deporte, la música, la caza, la pesca, la fábula del saltamontes y la hormiga... Una de las últimas poesías que he escrito se la he dedicado a la biblioteca municipal porque se han portado muy bien conmigo.

-¿Se ha sentido alguna vez diferente por tener esquizofrenia?

-Claro que me he sentido diferente. Cuando digo que soy esquizofrénico la gente se aparta. Esto se puede apreciar en las noticias cuando dicen que un esquizofrénico ha matado a alguien. Todos los esquizofrénicos no somos agresivos porque tenemos una medicación y una forma de vida adecuada que nos permiten ser uno más en la sociedad. Por tener esquizofrenia no vamos a ser agresivos ni a matar a nadie porque nosotros tenemos muchos sentimientos. Lo único que sí deberíamos de tener prohibido es el whatsapp porque lleva más fácilmente a malentendidos.

-Y llegó a ocultar su enfermedad por miedo al rechazo...

-Gracias a mi padre, que ha sido la piedra angular en toda mi recuperación, conseguí un trabajo en una fábrica de acero en Monesterio donde estuve 11 años. En Monesterio no decía que era esquizofrénico porque si se enteraban me iban a marginar. Lo oculté todo el tiempo hasta que se lo conté a un amigo, que me dijo que lo ocultara porque la gente de los pueblos no conocía la enfermedad y se iban a alejar.

-¿Cómo afecta en su día a día?

-Cuando digo a alguien que soy esquizofrénico ya dan un paso atrás. En mi día a día ya doy por descartado tener una relación con una chica porque he tenido mucho rechazo, incluso con una persona que tenía el mismo problema que yo. El problema está en que la gente nos juzga antes de conocernos. Yo tengo muy buenos sentimientos y me equivoco como cualquier otro.

-¿Qué concepto de la enfermedad se debería cambiar?

-Llevo 30 años tomando pastillas y llegará un momento en que el hígado o el riñón digan que hasta aquí llegué. Los naturalistas no ven necesario tratar la esquizofrenia con los medicamentos, porque si empiezas a tomar medicamentos ya son para toda la vida, y como dicen los naturalistas, un abrazo o un te quiero hacen que nos estimulemos más y veamos la vida de otra forma. H