De lo mejor que me he encontrado en mi vida ha sido Luis García de la Puente y García de Blanes. En su despecho está la mejor biblioteca de la ciudad y un archivo único. Di clase a sus hijos: Maime, Luis, Alonso, Antonio y Carlos. El más pequeño, Javi, que ya es aparejador, no había nacido. Su mujer, Marisol Galván Pacheco, es otro encanto.

Han pasado los años y la amistad ha seguido en aumento. Me prologó el libro de los ´Viejos Escenarios Emeritenses´. Su archivo fotográfico y particular lo tuve a mi disposición. Allí encontramos el original de las ordenanzas municipales de 1677 que el ayuntamiento ha editado hace muy poco, un lujo de edición. Es un hombre de peso, entre ciento cincuenta y ciento sesenta kilos, alto, fuerte, con un estómago a precio de transplante. Las gambas las pela con una rapidez vertiginosa y le gusta el buen tinto.

Es culto. Lee absolutamente todo. Discutimos poco. El es de derecha de toda la vida. Con estos apellidos es imposible ser de izquierda. Y yo no, soy justamente lo contrario a su pensamiento político, pero somos amigos y reconozco que es, con Eduardo Valdés, también de derechas, los únicos que he encontrado de fiar. Luis ayudó al alcalde socialista, Antonio Vélez, a realizar el sueño de llevar el agua potable al lago de Proserpina y pasar por sus tierras sin cobrar una peseta. Y regaló un magnífico despacho y armario a la biblioteca; y cuando le ha pedido Pedro Acedo, actual alcalde, algo, también se lo ha brindado.

Es un encanto de persona. Por su peso sale poco, pero cuando sale lo hace bien, sobre todo en ´Casa Rufino´ donde le encanta sentarse a tomar algo. Siempre tiene buen apetito, que le dure muchos años, aunque engorde unos kilitos más, y podamos disfrutar de su amistad y de alguna que otra buena copa de vino tinto y de su entrañable y aconsejadora charla.