Eduardo Aranda Guerrero, presidente del Colegio Oficial de Podólogos de Extremadura (Copoex), muestra su sorpresa porque los profesionales de este colectivo no hayan sido incluidos en las estrategias de vacunación junto a otros profesionales sanitarios, como fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales, personal de oficinas de farmacia, protésicos dentales, logopedas y personal de psicología clínica. Eduardo fue elegido presidente del colegio recientemente, cargo en el que sustituye a José García Mostazo, que ha ocupado la presidencia desde 2008 y que continuará en la nueva junta de gobierno como vicepresidente. María Belén Enríquez Gómez, continuará al frente de la secretaría, y Pilar Alfageme García, como tesorera.

-El 2020 desde el punto de vista sanitario ha sido un año complejo. ¿Qué balance hace desde el punto de vista de los profesionales de la podología?

-El 2020 ha sido un año bastante complejo. Cuando se decretó el Estado de Alarma los podólogos fueron considerados personal sanitario esencial junto con otros como los odontólogos y algunas especialidades médicas. Eso propició que no cerrásemos nuestras clínicas y gabinetes por causa de fuerza mayor, como sí sucedió con otras actividades consideradas no esenciales. Nuestros centros sanitarios estaban abiertos y atendíamos a los pacientes en base a un triaje o cribado telefónico y con carácter urgente. La primera consecuencia de esta forma de trabajar es que se consiguió descargar las urgencias, aliviando así la presión sobre ellas en hospitales y centros de salud. Ejemplos de patologías urgentes son las uñas encarnadas o las úlceras de pie diabético que si las clínicas podológicas están cerradas se hubieran tenido que abordar en las urgencias de los hospitales públicos que en esos momentos estaban desbordadas. Nosotros, desde la sanidad del ámbito privado, brindamos esa ayuda descongestionando urgencias. Pero la podología desafortunadamente aún no está incluida en el Sistema Sanitario Extremeño, cosa que sí ocurre en otras comunidades.

-¿Han tenido que realizar los podólogos inversiones importantes en sus clínicas para adaptarse a las medidas sanitarias?

-Sí, inversiones bastante importantes. Los podólogos hemos colocado mamparas de metacrilato, tanto en zonas de recepción como en los sillones para no tener contacto directo con los pacientes. Hemos tenido que adquirir nuevos equipos de protección individual porque los que teníamos en las consultas (gorros, guantes, mascarillas, batas estériles…) se acabaron. La sorpresa ha sido que esos equipos de protección multiplicaron su precio por 5, e incluso por 10. Una caja de 50 mascarillas quirúrgicas valía 3,5 euros. Durante la pandemia llegó a costar 35 euros. Exactamente diez veces más. Los guantes cuadriplicaron su valor y también las batas quirúrgicas… Eso nos ha repercutido en forma de gastos terribles. Necesitamos utilizar mucho material de protección para poder garantizar que el paciente no nos trasmita el covid-19 ni nosotros a ellos.

-El podólogo para trabajar tiene que tener un contacto con el paciente. ¿Qué precauciones se toman para evitar contagios por covid-19?

-Las precauciones que nosotros tomamos son máximas. Siempre utilizamos mascarillas FPP2 y encima una quirúrgica, gorro, guantes, bata desechable. Desinfectamos el sillón de exploración en cada paciente, así como la suela de los zapatos y las manos. Mantenemos siempre una cierta distancia, aunque al final es imposible, porque hay que tocarles los pies. El paciente también debe acudir con las medidas de protección básicas y, por supuesto, si se encuentra mal o con fiebre suspender la consulta.

-¿Qué patologías han sido más frecuentes a causa del confinamiento?

-A causa del confinamiento las patologías más frecuentes son las fascitis plantares y las talalgias. Los ciudadanos han permanecido mucho tiempo en casa inactivos y cuando han tenido la posibilidad de hacer ejercicio se les ha contracturado toda la musculatura intrínseca y extrínseca de los pies. Muchos de mis pacientes me comentan que cuando han podido andar se han marcado unos objetivos muy grandes, con cerca de dos horas de ejercicio. Al día siguiente no pueden ni moverse. Es como quien no va nunca al gimnasio y cuando lo hace por primera vez se pone a levantar grandes pesos: acaba destrozado. Con los pies pasa exactamente igual. Al final, acabas con contracturas, uñas clavadas y dolores de talón y planta del pie.

-Los podólogos ven «denigrante» que no se les incluya en la misma fase de vacunación que farmacéuticos o logopedas. ¿A qué atribuye el ‘olvido’ de la Administración?

-No entendemos bien por qué se han olvidado de nosotros. Cuando el confinamiento domiciliario nos calificaron como ‘personal sanitario esencial’ al igual que los odontólogos. No nos obligaron a cerrar. Ahora con motivo de las fases de vacunación creíamos que íbamos a estar incluidos en el grupo 3, de ‘otros profesionales sanitarios’. Nos llevamos la sorpresa de que no estábamos en él, como sí lo están odontólogos, logopedas y psicólogos, entre otros. Si somos personal sanitario esencial y mantenemos un contacto estrecho con el paciente debemos ser vacunados. Cuando, por ejemplo, limamos una uña o hacemos un fresado se generan aerosoles, a pesar de que tenemos sistemas de absorción. Si el paciente tiene covid-19 nos podemos contagiar. El contagio también procede de las manos y en los pies, donde puede estar el virus y nos podemos convertir en vectores de contagio. Por eso no vemos lógico que no nos hayan incluido entre los grupos de riesgo.

-Ustedes están en primera línea con los pacientes. Sin embargo, su labor no se contempla en la Sanidad Pública ¿Cuándo acabará esto?

-Ese es nuestro caballo de batalla desde hace años. Siempre estamos luchando para que se nos incluya dentro de la sanidad pública. Hemos mantenido reuniones con todos los consejeros de Sanidad para pedir la inclusión del podólogo pero las conversaciones nunca han fructificado. Seguimos igual que al principio.

Los podólogos a la larga hacen un bien a la sociedad, especialmente en las personas que presentan pie diabético, a las que se evitan amputaciones, por ejemplo. Además de darles calidad de vida se podría ver beneficiado el sistema sanitario, ya que le reportaría un ahorro.