S i hay un lugar donde reside la esencia de las cuatro estaciones, ese es el Norte de Cáceres. Allí, el invierno acumula nieve y detiene el curso de las cascadas con sus heladas para ofrecernos un espectáculo de quietud mientras en sus pueblos se rememoran tradiciones ancestrales como la de ahuyentar al bandido Jarramplas lanzándole verduras. Al comenzar la primavera, la nieve se convierte en blancas flores de cerezos, un espectáculo natural tan precioso como efímero, mientras que, al acabar, las abejas ofrecen la deliciosa miel de Las Hurdes. El verano sabe a cerezas y picotas, mientras que las gargantas y pozas naturales se convierten en paradisíacos refugios contra el calor. Finalmente, las refrescantes lluvias del otoño llenan los bosques de suculentas setas y convierten los valles en la paleta de un pintor: amarillos casi dorados, anaranjados vibrantes y apasionados rojos tiñen las copas de los árboles. Mientras, los pimientos se ahúman en los secaderos, llenando los valles con el aroma de uno de sus tesoros gastronómicos, el pimentón de la Vera.

Con la ciudad de Plasencia como cabecera, cuya luz y color inmortalizó Sorolla en su obra “El Mercado”, este territorio ofrece al viajero, no sólo un entorno natural envidiable, sino un patrimonio histórico vivo que nos ayuda a entender nuestro pasado y nuestro presente. Las fortalezas fronterizas de la sierra de Gata nos recuerdan que este pacífico territorio fue también zona de enfrentamiento entre musulmanes y cristianos, la arquitectura popular de la Hurdes nos enseña cómo el ser humano se adapta a lo que la naturaleza le ofrece, las huellas romanas de Cáparra, el balneario de Baños de Montemayor y la Ruta Via de la Plata, o del desafiante Templo de Augustóbriga que sobrevivió a la inundación del embalse de Valdecañas rememoran nuestro pasado como parte de un imperio histórico, el curioso puente sin río y la catedral sin columnas de Coria nos demuestran que el arte sobrevive a los desastres naturales y el conjunto histórico artístico de Granadilla en la península de embalse de Gabriel y Galán nos invita a seguir trabajando por mantener vivos nuestros pueblos.

El Norte de Cáceres, con su exuberante naturaleza, sus deliciosas materias primas y su inmenso patrimonio histórico es el destino idóneo para el viajero curioso que busque dejar las prisas a un lado y dejarse sorprender.