En este breve artículo realizo un análisis descriptivo de nuestra comunidad autónoma que intenta mostrar no sólo las diferencias existentes entre las principales variables socioeconómicas de la región y de España en su conjunto, sino que trata de ahondar en las causas últimas de dichas discrepancias y, lo que es más importante, reflexionar sobre los retos a medio y largo plazo de Extremadura para converger con la media nacional y europea.

1 RADIOGRAFÍA SOCIOECONÓMICA DE EXTREMADURA. Para situar adecuadamente a Extremadura en el contexto español, en este apartado describo las características básicas de la región extremeña, comparando las cifras con sus homólogas nacionales.

Con una población de 1.067.300 personas en el año 2018, repartidas en algo más de 41.600 kilómetros cuadrados de superficie, la densidad de población de Extremadura no llega a alcanzar la tercera parte de la densidad nacional. A este dato hay que unir una baja tasa de natalidad y un elevado envejecimiento de la población, acompañado este último de una alta tasa bruta de mortalidad. En definitiva, en Extremadura la base demográfica presenta en la actualidad una debilidad estructural importante.

En términos económicos, la producción de Extremadura en el año 2018 fue de unos 19.400 millones de euros, lo que supuso el 1,6% del PIB español. Con esta cifra de producción, algo menos de 1,1 millones de habitantes, y un número de empleados en torno a las 367.000 personas, nuestra región presentó en 2018 el menor PIB per cápita de las diecisiete Comunidades Autónomas españolas (cerca de 18.200 euros, el 70,3% de la media nacional, que fue de 25.850 euros), y también la productividad más baja del país. Finalmente, la tasa de actividad en 2018, del 55,3% sobre la población activa, fue 3,4 puntos inferior a la media de España, y la tasa del paro, del 23,6% a finales del 2018, era 8,3 puntos superior al porcentaje de parados nacionales, las más elevada de España (acompañada por Andalucía y Canarias).

Por lo tanto, la elevada tasa de desempleo, un poder adquisitivo reducido, una baja productividad, así como un elevado endeudamiento del sector público (aunque no hubo déficit del sector público en el año 2018, a finales de año la deuda pública alcanzó el 23,7% del PIB), muestran un panorama económico actual nada alentador para la región extremeña. No obstante, no todo es macroeconomía a la hora de analizar la situación relativa de Extremadura. En este sentido, distintos organismos internacionales, así como nacionales, han promovido en los últimos años investigaciones sobre el progreso de las sociedades y el bienestar de las regiones basándose en los datos de los individuos que residen en los territorios, y no en cifras de carácter agregado. Pues bien, en el caso español, el Instituto Nacional de Estadística ha construido un índice de calidad de vida basado en el análisis de nueve dimensiones de bienestar distintas. Dicho indicador muestra que la situación de Extremadura es similar a la del resto de España en las dimensiones de condiciones materiales de vida, y ocio y relaciones sociales, toma valores superiores a la media española en las dimensiones de seguridad física y personal, y entorno y medio ambiente y, finalmente, alcanza valores del índice de calidad por debajo del valor promedio en las dimensiones de trabajo, salud, educación, gobernanza y derechos básicos y experiencia general de la vida.

2 LAS CAUSAS DE LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA ECONOMÍA EXTREMEÑA. Para investigar las razones que pueden haber condicionado la situación desfavorable actual de las principales variables socioeconómicas de Extremadura, recurriré al análisis de la composición sectorial y de la dotación de factores productivos en los contextos regional y nacional.

Por un lado, si se compara la estructura productiva de Extremadura con la de España en función del peso porcentual que supone cada una de las grandes ramas productivas sobre sus respectivos valores añadidos brutos totales, se observa un ‘sobrepeso’ en la región extremeña de sectores con poca dependencia del mercado y más dependientes de factores externos como la climatología (la agricultura, la ganadería y la pesca) o decisiones de política económica nacional o regional (las administraciones y servicios públicos).