El Instituto Nacional de Estadística acaba de informar de que la población en Extremadura creció en 6.000 personas en el último año, un 0,5% más de las que había el año pasado.

Ganar población es uno de los síntomas de progreso económico y es también, no en todos pero sí en una mayoría de casos, una de las condiciones para que tenga lugar ese progreso. Así que bienvenido sea ese crecimiento que permite que la población extremeña roce los 1,1 millones.

Crecemos en Extremadura, sin embargo, cuatro veces menos que el conjunto de España (ya somos 46 millones) y el aumento es debido a la población inmigrante. Hubiera sido mejor crecer tanto por la llegada de inmigrantes como porque otros españoles, extremeños de otras comunidades, hubieran elegido Extremadura para vivir y trabajar. Y ello porque, de haber sido así, se hubiera debido a que las condiciones de trabajo que ofrece esta región son atractivas no solo para aquellos que proceden de una situación tan precaria que cualquier puesto de trabajo, aunque sea muy por debajo de los mil euros, les resulta una opción mucho mejor que la que dejan. Ganar población, sí, pero con la llegada de inmigrantes y de españoles. Ese es el sueño.