Dramaturgo

Son actores, excelentes actores y actrices que en diciembre pusieron en escena un texto que hablaba de la memoria. Sucedió en la Universidad de Mayores de Badajoz, y fue una tarde maravillosa. Todos ellos con Isabel, la directora, fueron desgranando sobre el escenario las peripecias que ocupan a los vecinos de un inmueble condenado al derribo porque está en un barrio viejo, porque es viejo y porque sus vecinos son ancianos. Y sueñan, y quieren reciclar la vieja ferretería que ocupa el bajo del inmueble y convertirla en una tienda de decoración al uso. Y quieren que el Príncipe y las Infantas vengan al acto de inauguración aunque la bandera que presidirá el evento sea una vieja bandera republicana porque es la única bandera que guarda una vecina en un baúl. Y sueñan porque a este texto le han puesto ellos un título: Un sueño .

A este texto que tuve el enorme orgullo de escribirles cuando ayudé en ese aula de teatro de la Universidad de Mayores a quienes querían soñar con el teatro. Un texto que vale para mí todos los premios del mundo, que me hizo feliz mientras lo veía puesto en escena, que, a pesar de que alguien piense que menoscaba mi reconocimiento público el entregar textos como éste a seres tan maravillosos como estos actores y actrices, me afianza en la creencia de que el teatro, la creación artística, debe estar al servicio del hombre, debe servir para que encuentre la forma de expresar sus sentimientos, para que logre denunciar las ataduras que le limitan, para que pueda ser feliz por un instante como lo eran esos alumnos de la Universidad de Mayores la tarde de un día de diciembre en la que alzaron sus voces para reclamar un sueño.