Con su humor satírico, en ocasiones altamente ofensivo, el semanario francés 'Charlie Hebdo' ha vuelto a las andadas. Sus nuevas viñetas señalan a Aylan, el niño kurdo muerto en la costa turca y hallado en las orillas del Egeo, cuando junto a su familia intentaba desesperadamente llegar a Europa. Dicha publicación especula sobre qué habría pasado si Aylan hubiera crecido, mezclando hipótesis infames y lacerantes acerca de un pobre niño cuya imagen dio la vuelta al mundo y nos conmocionó a todos. Parece que los responsables de la publicación no escarmientan. No solo por el precedente de haber realizado una caricatura del profeta Mahoma, detonante de un atentado en enero del 2015 en la redacción de la revista, en el que murieron 12 personas, sino por la falta de respeto hacia ese éxodo imparable de humanos que, con gran mérito y esfuerzo, huyen de sus países en guerra, pasan mil penalidades y se juegan su vida y la de toda su familia como única baza para sobrevivir y hallar al final la dignidad y el sosiego merecido. Verbigracia, como Aylan y su familia. Y no hay que apelar, en ese contexto, a la libertad de expresión como signo democrático, cuando en realidad deviene una provocación en toda regla y un trato vejatorio. Alguien debería advertir a los artífices de las viñetas y responsables de la publicación, que ese humor enfermizo nada tiene de hilarante. Y que, por no tener, no tiene ni pizca de gracia.