Ayer tendría que haber sido un martes lluvioso en que por fin las lluvias nos bendijeran, pero a la hora de comer no había caído una triste gota y pese al cielo plomizo, la esperanza de un pronto otoño verde se diluía como los pronósticos que auguraban el agua que pasó de largo.

Los campos siguen amarillos con la belleza triste de la decadencia, y, mientras, el mundo, que a veces es una cosa asquerosa, se desangra en diversos frentes como el más actual y cruento de Siria y la posibilidad de que el ISIS, esa masa conformada de hienas, utilice de escudos humanos a los habitantes de Mosul, antes de que la ciudad caiga en manos de las tropas iraquíes y los milicianos kurdos.

A la espera de que sigan muriendo inocentes en su huida, otra violencia de menor entidad pero más cercana se desata también en España, demostrando que incluso en la paz, al ser humano le tira muy fuerte su parte más bestia. Un equipo de fútbol polaco extiende sus huestes por Madrid, obligando a las fuerzas de seguridad a montar un operativo casi bélico porque su afición es una de las más salvajes de las ya de por sí salvajes aficiones de ciertos clubes. Pero al menos en ese campo, todo el mundo está de acuerdo en la vigilancia y, en su caso, pertinente rechazo de disturbios y agresiones. Algo muy diferente si la violencia la protagoniza un grupo numeroso de salvajes naturales de Alsasua y la ejercen contra dos guardias civiles y sus novias, en cuyo caso algunos residentes o ediles del lugar lo tildarán de camelo y otros, como los incalificables representantes en el Congreso de ERC, Bildu y Convergencia, apoyarán por omisión al oponerse a su condena o abstenerse.

Por otro lado, las espadas metafóricas también siguen en alto, tras más de trescientos días de gobierno en funciones. Pues aunque parece que al fin se podrá formar gobierno, está muy claro que este no podrá gobernar y tendrá que enfrentarse constantemente a la furia de Podemos, el rencor del PSOE y el cálculo de Ciudadanos.

Si una fuera Rajoy pensaría, como Hamlet, que en realidad ahora empieza lo malo.