XSxeguramente la política ganaría mucho si la lógica primase sobre las intuiciones, y lo ocurrido con la aprobación del Plan Soberanista de Ibarretxe por el parlamento vasco es buena prueba de ello. ETA, el brazo político de ETA, da igual como se llame en cada momento, PNV y EA, defienden todos lo mismo, la independencia del País Vasco, en denominación autonómica Euskadi, parte tan solo de la Euskalerria supuestamente irredenta. Es verdad, que los métodos con que persiguen el objetivo independentista son muy distintos, los de ETA y afines son delincuentes que matan cuando pueden, y los otros no. Pero la concurrencia de todos a la hora de intentar arrancar concesiones soberanistas al resto de España resulta lógica. Y aunque sea hora de cerrar filas, a más de un nacionalista vergonzante de la capital de la Corte, es obligado recordarle que la profecía de que el parlamento vasco no iba a aprobar el Plan Ibarretxe, y que de esto había que hablar poco y centrarse en otros temas, ha resultado incierta y que harían bien, vista su incompetencia, en abandonar su carrera de profetas.

Dicen que no hay mal que por bien no venga, y aunque haya sucesos que sean muy difíciles encontrarles su lado bondadoso, en este caso sí se ha puesto de manifiesto que las instituciones funcionan. Y la llamada de Rajoy a Zapatero, y la recepción de éste a la llamada, para acordar estrategias, garantizar solidísimas mayorías en las Cortes españolas y apoyar una política de firmeza para combatir el plan Ibarretxe, constituye un hecho que da tranquilidad, serenidad, estabilidad y fortaleza suficiente para contemplar sin temores el futuro de España. El Estado de Derecho tiene muchas armas en sus manos, para combatir actuaciones como las enunciadas en el Plan Ibarretxe, y todas ellas deben ser utilizadas. La firmeza es una cuestión básica en situaciones como la presente y la estrategia más operativa es la del peor escenario, porque es la más realista, por ejemplo nadie debe dudar que Ibarretxe va a intentar plebiscitar su plan en Euskadi, seguramente en no más de seis meses, se le debe impedir hacerlo por supuesto, pero la materialización de esta intención no se hace con admoniciones y consejos, deben estar previstos con la suficiente antelación, es decir ¡ya¡, los mecanismos para impedirlo, sean de orden público, legales que tipifiquen el delito o de ejecución de sentencia que permitan que éstas se cumplan.

La crisis suscitada pone de relieve, que para las cuestiones básicas el Gobierno dispone de una amplísima mayoría, confortable y cómoda en el caso vasco; cómoda en el sentido de que dentro del PSOE existe una práctica unanimidad sobre el tratamiento a dar, unanimidad interna que puede ser menor en otros casos, con distintos líderes territoriales y diferentes marcos de pretensión soberanista. Pero en todo caso Zapatero con las garantías que Rajoy tiene que darle, debe estar en situación de poder asegurar que ningún proyecto soberanista puede prosperar en la España democrática.

Aitor, padre mítico de los vascos, es un español menos infrecuente de lo que algunos querrían. Apasionado y entregado a su causa, abandona a su novia núbil aun por su causa guerrera, pero acuciado por los celos vuelve, entra en la alcoba y palpa dos cabezas, cegado por la ira y creyéndose engañado, saca su espada y las corta, matando a sus padres a los que había cedido la alcoba su mujer por no estrenarla sin él. La pasión, la ira, la oscuridad, la tragedia. Sé que Aitor cabalgaría en una noche oscura calado por el chirimiri, y sin embargo huele esta historia a arrayanes, se echa de menos la mano de un Lorca y le pegaría como a pocas, la música de guitarra acompañando el desgarro de un cantaor de flamenco.

*Ingeniero y director general de Desarrollo Rural del MAPA