Poco a poco, los espacios culturales habilitados desde las instituciones van dando cabida a manifestaciones artísticas, a la creatividad de quienes gustan de vagabundear, en su tiempo de ocio, por el espacio libre de la creación, sin ser artistas consagrados o profesionales del arte en cuestión por formación. El incremento de este tipo de actividades tiene que ver, sin duda alguna, con el hecho de que la alfabetización ya es general en nuestra sociedad. El saber, los conocimientos, las técnicas ya no están en manos de los expertos solamente sino que están al alcance de la mano de todo aquel que quiera aprovechar ese bagaje o quiera adentrarse a explorar por territorios antes reservados a unos pocos. Que empiecen a generalizarse este tipo de manifestaciones es novedoso y constituye quizá la muestra de que algo va cambiando poco a poco en nuestra tierra y nos felicitamos por ello. ¡Qué sería de los grandes árboles sin todo el pequeño follaje que fermenta a sus pies! Sin esa vida soterrada, las salas de exposiciones, los teatros, las bibliotecas- permanecerían vacías, excepto en días señalados de estrenos o inauguración. Todavía están casi vacías. Por eso es importante dar aliento a las manifestaciones espontáneas de lecturas poéticas, representaciones teatrales, danza, pintura- para que la vida cultural no sea una cuestión de élites, de castas, de elegidos.

XHABRA QUIENx tire la piedra y, en la comidilla del café, saque el verbo fácil y acuse de veleidades artísticas a quien así obra. No es raro oír de labios de escritores que editan y han alcanzado un cierto estatus que Extremadura es la región con más poetas por metro cuadrado del planeta. Ironía malintencionada del que sabe que Extremadura es la región con menor índice de habitantes por metro cuadrado del país. Tal vez su idea del paraíso cultural se parece más a un culto, con oficiantes y sacerdotes y fieles disciplinados que asisten con pía devoción a la ceremonia. Cuestión de poder, sin duda. Si el bulle bulle cultural hubiera invadido muchos más espacios, no estaríamos en relaciones de dependencia tan estrecha con el poder y habría desaparecido esta perpetuación de casta política de unos organismos en otros. Aquí, quien coge poltrona, cambia de asiento, pero rara vez retorna a su actividad como simple ciudadano. La creación artística no es que haga mejores a los hombres, como sostienen algunos bastante próximos a esa idea del arte como religión, pero conlleva una educación del riesgo y una apuesta por el desafío personal que hace a quien la practica más libre, ya que se adentra por el sendero de la observación, de la reflexión y del pensamiento. Y ¡qué faltos andamos de ambos, en esta nuestra tierra, asfixiante de pensamiento único! Es por ello, y por amistad personal con quien vela sus armas en la exposición que tiene lugar hasta el 30 de julio en Las Claras de Plasencia, por lo que me hago eco del trabajo de Carmen Canabal como pintora autodidacta.

Si la pintura es color, textura, trazo, huella evanescente, evocación de la ensoñación más que representación de lo real; si el color lleva en sí la marca de la sugerencia, del verde frío al cálido bermellón, del blanco impuro a los pasteles de nieblas y marinas, de los verdes húmedos de los bosques a las tierras del otoño, con un leve esbozo de figuración paisajística, el trabajo pictórico autodidacta de Carmen Canabal bien merece el nombre de pintura.

Paisaje de la memoria, subjetivo, interior. Evocación irreal tamizada de miradas de otros pintores. Del mar tumultuoso hendido de fieras olas y luz proclive, al calmo mar de poniente; del borde oscuro de la noche que llega de las aguas, a la ciudad que emerge entre la niebla del río; de las luminarias de los fuegos artificiales como flores de color en el azul azabache de la noche, a las palmeras de luz apenas esbozadas. Plantas que caen, ramas verdes en suspensión, casi pura luz, no en la pared de cal, tan real, sino en un imposible azul nocturno. Campos bajo cielos azul pizarra de tormenta, como en ensoñación, en evocación de recuerdos.

La indagación de Carmen Canabal es la de la materialidad del color y sus evocaciones simbólicas. La forma nítida, cuando aparece, es cita transformada, como en la relectura de La joven de la perla de Vermeer .

*Escritora.