Unos policías cometen la osadía de creerse que estar adscritos a la Brigada Policial de Blanqueo les exige investigar la corrupción y redactan un informe que presenta unas cuantas evidencias sobre la presunta corruptela en red dirigida a dúo por el entallado secretario general valenciano, Ricardo Costa , y ese personaje salido de una zarzuela que es el tal Bigotes . El Tribunal Superior de Valencia lo ignora alegremente y decide incompetente e inútil su investigación. Por razones tan sólidas como haber alegado que venía a doble espacio y en papel reciclado y solo admite informes mecanografiados a un espacio y en papel timbrado. Y todavía dicen que el pescado está caro y la justicia es ciega. Cuánta razón asiste a Cospedal cuando proclama que con ellos ve doble.

Los populares mantienes inalterable su línea Maginot de defensa. Todos mienten y es cosa del comando Rubalcaba . Como es tradición en la casa, sin aportar una sola prueba de unas acusaciones que caso de ser ciertas se llevarían por delante no solo al ministro, sino al Gobierno en pleno. Así funciona la ley Rajoy : todo aquel que no es del PP es culpable, y si no lo es, que demuestre su inocencia, y si la prueba, entonces ya se encontrará otra cosa para imputarle. Ya se intuye el siguiente capítulo del Gurtelazo . Que vaya afinando los trombones la banda, porque se avecina otro homenaje multitudinario para Camps , con autobús y paella para todos y pase de trajes a medida, moda otoño-invierno 2009-2010.

Más allá de los alegatos de Esteban Pons , cada vez más en su papel de Perry Pons denunciando conspiraciones a sonrisazos, entre todas las evidencias aportadas por la policía, ninguna más inquietante que la confirmación de que la historia del cómo se organizó la corrupción en la derecha durante la era Aznar no ocurrió como se nos ha contado hasta ahora.

No sucedió que un grupito de horteras y nuevos ricos montaran una red de negocietes a la sombra del partido para hacerse ricos. Más bien empieza a parecer que se diseñó y operó una red de empresas y proveedores opacos para financiar al partido, intercambiando el pago de facturas por la adjudicación de contratos públicos.

Luego, a la cálida sombra de la caja B y la fraternidad contable, empezaron a meter la mano y, al comprobar que no pasaba nada, se convirtieron en el puñado de horteras y nuevos ricos que conocemos.

Como al Hamlet de Shakespeare , la podredumbre y los fantasmas cercan a Rajoy mientras la fortuna llega en algunos barcos que no son guiados .