TMte resulta extraño escribir en el periódico, es más me extraño de mí mismo, esto hasta hace poco más de dos años era una actividad normal, obligada y hasta agradable para mí. He dejado pasar unos días para manifestar algunas reflexiones respecto a dos cuestiones que tienen un gran interés económico y social para Cáceres y Extremadura. Mis ganas de intervenir no proceden de una valoración sentimental o desinteresada, sino de mi actividad empresarial: si las cosas se hacen bien, con organización y voluntad habrá más riqueza, más trabajo y más beneficios para la sociedad en general y para empresas como la mía. Eso es lo que yo quiero.

Respecto a Cáceres me han preocupado las manifestaciones vertidas en días anteriores. Cáceres es una ciudad en expansión, con gran capacidad para generar negocio en torno a nuestra actividad. De esa capacidad dependen muchos puestos de trabajo, muchos créditos y más proyectos de empresarios emprendedores. No se puede andar a la ligera con esto. Por estas razones, ruego mucha responsabilidad al entrar en los temas relacionados con el nuevo plan de urbanismo de la ciudad. No se pueden magnificar los problemas en vez de colaborar en su superación. Si es necesario modificar una zona protegida, hágase, creo que los derechos y necesidades de las personas están por encima de los de las plantas y animales. Si se habla de empresas y sus legítimos intereses, hágase, pero tras comprobar en el registro que son propietarios, y no al revés.

Por estas razones déjese trabajar a Saponi y Corominas sin interferencias y abandónense los intentos de meter palos en las ruedas de esa buena relación cuya fractura sólo puede perjudicarnos a los cacereños en general, dado que la actividad y el valor económico generado por nuestro negocio se traslada a todos los sectores sociales y económicos de la ciudad.

Es nuestra obligación como empresarios mantener una relación fluida y constante con los agentes públicos que regulan nuestra actividad. La suya es la misma en sentido inverso, si eso es ser amigos, seguiremos siéndolo. La otra cuestión que me llama la atención como extremeño y empresario es la de la del proyecto de refinería que se está poniendo en marcha. Yo estoy convencido de la bondad de las tecnologías para sacar adelante un proceso industrial limpio y neutral desde el punto de vista medio ambiental en el siglo XXI. Es más, me atrevo a afirmar que no me importaría, si fuese el caso y estoy seguro que no será, pagar algún precio. El valor social de los puestos de trabajo es sencillamente abrumador. El valor económico para Extremadura es envidiable.

Quizás por esta última razón, los que se oponen a la refinería o aquellos que no se posicionan claramente están haciendo el trabajo a otros intereses, entiendo que legítimos, en el sector a los que no les interesa la aparición de nuevos competidores. Puedo comprender la posición de empresas del sector con otras previsiones, inversiones y riesgos a los que no les llame la atención una nueva instalación que trastoca sus previsiones, pero los demás también tenemos nuestros intereses. La refinería provocará una enorme necesidad de suelo, vivienda y equipamiento, ése es mi negocio y mi interés. Eso generará más actividad, más empleo y más beneficio. Creo que es un dato a valorar.

Me consta que en algunos casos se muestra legítima preocupación por el futuro de los viñedos de Tierra de Barros. También me consta que en otros casos ya se hacen legítimos cálculos y cuentas de las viviendas que se pueden construir en ellos.

La refinería es buena, ejecutada con prudencia generará valor y riqueza en Extremadura. No nos equivoquemos.

*Empresario