El proyecto de inversión multimillonaria para la puesta en marcha de una central de generación eléctrica de ciclo combinado en las proximidades de Mérida, adelantado ayer por EL PERIODICO EXTREMADURA, requiere un análisis sosegado desde todos los puntos de vista. El primero, desde luego, el medioambiental, como ya han dejado claro las asociaciones ecologistas y los propios responsables del ramo de la Administración autonómica. Pero, sin duda, la decisión de aprobar la instalación de la que sería la inversión fabril más cuantiosa desde la puesta en marcha de la central nuclear de Almaraz (supone unos 300 millones de euros, prácticamente 50.000 millones de pesetas) debe conllevar un pormenorizado análisis también en otros frentes.

Un proyecto de estas características, como otros tantos repartidos y en marcha por la geografía nacional, tiene mucho que ver con el modelo energético, e incluso industrial, que quiere la Extremadura del futuro. Si es cierto que pocas son las inversiones tan elevadas que pueden plantearse en torno a una sola iniciativa, no lo es menos que también se trata de un proyecto poco intensivo en cuanto a mano de obra. Pero la apuesta, por los datos desvelados hasta ahora por EL PERIODICO EXTREMADURA, es de alcance.