TEtnfrente del Capitan Haddock y del Mistura, cerca de la olla de grillos muertos o agonizantes del Habana Libre se yergue orgulloso y modernista el Centro de Artes visuales fundación Helga de Alvear. Que nuestra ciudad lo albergue es todo un privilegio. España no es Italia, Extremadura no es la Toscana, Cáceres no es Siena, ni falta que hace pues no tendríamos excusa para visitar esas maravillas. Mas el sosiego, la solera, la suave belleza, el contraste de piedra, cal y jazmines azules, la armonía, el silencio que me rodeó en esa dulce mañana es lujo que pueden gozar pocos. Y una de esos pocos era yo. Sin turistas ni souvenirs, con el olor a vida vivida en reposo no a parque temático que a veces se percibe en las cuidadísimas ciudades italianas. Entré contagiada de la paz del ambiente en el edificio de la calle Pizarro y una amabilísima señorita me dio la bienvenida y me indicó el orden de la visita. Dispuesta a sumergirme en los tesoros del arte contemporáneo y deleitarme con las esculturas, instalaciones, vídeos, fotografías y demás joyas de la genialidad humana más actual me planté ante un cuadro lacado en blanco brillante con diminutas figuras rojas en una esquina, iconos cuyo significado en mi estupidez no distinguí. Al lado, lo que supuse el nombre de la obra, algo como: Dos tubos fluorescentes rosas y dos amarillos. De ninguna manera el título por muy abstracto que fuera el cuadro y muy ignorante que fuera yo podría referirse a aquello. Miraba y miraba con tal estupor que el amable funcionario de planta se compadeció: --Señora, tiene que mirar allí. Y allí, sobre la escalera brillaba la original escultura de Dan Flavin . --Si quiere le enseño lo que es esto. Bajo lo que yo creí obra artística se guardaba el extintor. Lo relato como ejercicio de humildad, pero él me contó que muchos visitantes hasta lo fotografiaban. El arte contemporáneo es brillante y original, yo soy torpe, Cáceres no es Florencia, ni la Helga de Alvear la Academia. Pero cuando se entra en la insigne galería se mira al David. Con emoción, sin confusión.