WEwl Servicio Extremeño de Salud (SES) informó ayer del cierre de los seis quirófanos del Hospital de Mérida, debido a su contaminación por el hongo aspergillus . Las reacciones no se han hecho esperar, y el PP ha denunciado que el hongo ya se detectó hace más de un mes y que el hospital de Coria también lo ha tenido en dos quirófanos. Es el juego de la política: cuando en 1999 el hospital San Pedro de Alcántara, de Cáceres, tuvo que cerrar dos quirófanos por el aspergillus , los papeles estaban cambiados: fue entonces la Consejería de Sanidad la que denunció la contaminación y puso el grito en el cielo. Precisamente porque el asunto es serio y quienes lo sufren son los ciudadanos --al menos 400 pacientes van a tener que ser derivados a Badajoz, con molestias para sus familiares, y con el consiguiente aumento de la lista de espera--, sería bueno pedirle a los políticos que en esta ocasión frenaran sus impulsos por meterle el dedo en el ojo al oponente y, con serenidad, juzgaran el problema. Todos los estudios de los especialistas en agentes patógenos apuntan a que el aspergillus tiene una extraordinaria facilidad para infectar a personas enfermas, y que se propaga mejor a través de los sistemas de ventilación y del polvo. Del polvo, por ejemplo, de las obras. Obras hay en el hospital de Mérida; obras había en el San Pedro de Alcántara y obras hay en el hospital de San Pablo, de Barcelona, donde precisamente ayer se cerró un quirófano debido a este hongo. Con esto no se quiere decir que el aspergillus sea inevitable, pero sí frecuente. Y que, en ocasiones, burla los controles y la asepsia hospitalaria, por lo que su aparición no indica, necesariamente, que se deba a una negligencia. En este caso, e independientemente de si el hongo se ha propagado a pesar de los controles o por un relajamiento de éstos, el SES ha tomado las decisiones lógicas: ha cerrado los quirófanos y ha buscado soluciones para que los enfermos sean operados en Badajoz. Sobre ello, nada que objetar.

Pero sí hay que reprocharle al SES que haya tenido que ser la prensa la que ha informado de un asunto del máximo interés para los dueños del sistema de salud, que son los extremeños. ¿Qué hubiera pasado de no llegar a los ciudadanos la información de que se habían cerrado los quirófanos del hospital de Mérida? ¿Es que hubieran estado, durante más de un mes, trasladando enfermos a Badajoz sin informar? ¿Qué les hubieran dicho a los familiares de los trasladados? Precisamente este comportamiento ocultista es el que, si no invalida, sí al menos pone una sombra de duda en la gestión de los responsables del SES. Como si tuvieran algo que ocultar. Porque si hubieran informado el viernes, cuando cerraron los quirófanos --o cuando los cerraron en Coria, con independencia de si era o no por la presencia del hongo-- ahora tendrían capacidad para defender que lo que ha pasado en Mérida pasa en muchos hospitales y no siempre por negligencia de nadie. Pero cuando vas a remolque es difícil sacudirse la sospecha, aunque sea injusta.