Me llevan al hospital Virgen de la Montaña de Cáceres mis hijos, me recibe una enfermera con cierta pasividad y me monta en una silla de ruedas para, a continuación, preguntarme si he bebido, a lo que contesto que no. Me pone algo en el dedo y, como puedo, le digo que me duele mucho el brazo. La buena señora, o como ustedes quieran llamarle, se mete en otra sala y me deja allí a la espera. Una espera interminable que hace que mis hijos se ponga muy nerviosos y llamen insistentemente para que me atienda la buena señora. Nos da una voz desde dentro diciendo que no me puede atender, que está atendiendo a otro enfermo.

Mis hijos, viendo que no nos hacían caso y que yo cada vez estaba peor, le dijeron que llamara a una ambulancia, a lo que nos contestó "las ambulancias no son taxis". Ante la actitud de ella y de otro enfermero que le acompañaba, mis hijos decidieron montarme en el coche como pudieron y me llevaron a la residencia San Pedro de Alcántara.

Entremos por Urgencias y me recibieron seis profesionales, y gracias a ellos estoy aquí haciendo esta queja. Una vez fui explorado, diagnóstico: infarto. Resultado: dos días de UVI y ocho días en planta. Quisiera, desde este escrito, dar las gracias a la doctora Elena Gallego, a todos el personal de la UVI y a los profesionales de la tercera planta. Gracias de todo corazón.