TEtn nuestro país existen más de 1,1 millones de personas que no pueden valerse por sí mismas, una cifra que para el año 2020 podría alcanzar la cota de los 1,5 millones de personas, según los datos recogidos en el Libro Blanco de la Dependencia, que hace una radiografía de la situación y las necesidades de las personas que precisan de asistencia. La Ley de Autonomía Personal, más conocida por todos como ley de dependencia, se presenta como una esperanza para ese colectivo que necesita de atenciones para su calidad de vida y se encuentra impedido para valerse por sí mismo. Y en esa crucial tarea para el bienestar del usuario, cuyo proyecto de ley se ha comprometido el Ministerio de Trabajo a presentar al Congreso de los Diputados antes del 31 de diciembre para su tramitación parlamentaria, la enfermería tendrá un papel relevante, que habrá de recogerlo también la normativa en su regulación.

En este sentido, hay que señalar la evolución que ha experimentado el sistema sanitario, paralelo al que se ha producido en la sociedad actual desde el punto de vista socioeconómico. A la tradicional labor del enfermero de prestación y atención sanitaria al paciente se ha ido desarrollando otra tarea que dibuja el nuevo mapa de las competencias de este profesional de salud: la gestión y coordinación de los cuidados que realizan los enfermeros, orientados a la promoción, mantenimiento y recuperación de la salud. Desde este punto de vista, la Enfermería se configura hoy como pieza clave en los servicios de asistencia que contempla la ley de dependencia, ya que nadie mejor para coordinar la tarea de los enfermeros que los propios enfermeros. De ahí, que sea razonable que la Ley de Autonomía Personal venga liderada por este colectivo profesional en el papel. De gestores de los cuidados de asistencia sanitaria.

Y una normativa tan importante como la que está prevista se presente antes de finales de año para su tramitación en las Cortes en 2006 exige de un consenso entre todas las fuerzas políticas y los agentes sociales para sacarla adelante, con el único objetivo de garantizar el bienestar y calidad de vida de ese largo millón de ciudadanos dependientes. Para ello, se requiere del compromiso de las formaciones políticas con representación parlamentaria para elaborar una ley en beneficio del ciudadano y alejada del interés partidista.

En conclusión, nos encontramos ante el germen de lo que será el cuarto pilar del Estado del Bienestar, por detrás de la educación, sanidad y las pensiones. Un nuevo apoyo de ese Estado garantista del que, pese a que aún quedan flecos por definir, como es el caso de la financiación que sostendrá este servicio que ya cuenta con una dotación presupuestaria de 200 millones de euros, recogidos en las cuentas públicas para el año 2006, se beneficiarán numerosas personas que hoy se encuentran a la espera de ser atendidas en sus domicilios o residencias.

*Secretario autonómico

SATSE-Extremadura