WEwl creciente envejecimiento de la sociedad española no parece tener freno y puede convertirnos, en el año 2050, en el segundo país más viejo del mundo, sólo por detrás de Japón. Así lo proyecta Naciones Unidas y así lo prevé el Gobierno español, que ha hecho una radiografía de la magnitud de los problemas de los mayores de 65 años. La tercera edad reunía a 7,2 millones de personas el año pasado, lo que supone un 17% de la población. El 87,3% residía en una vivienda de su propiedad, pero sólo el 21% lo hacía en edificios accesibles. Con todo, lo más preocupante es que una de cada cuatro personas ancianas vivía sola, y que únicamente una de cada diez disponía de la ayuda de algún servicio social, fuera en forma de atención domiciliaria, de teleasistencia o de centros de día.

Este déficit en atención es crónico y sitúa a España en la cola de Europa. Las autonomías sólo destinan a estos servicios sociales entre 113 y 454 euros por persona y año. Nuestros mayores necesitan un sistema de asistencia social digno, lo que significa la creación de empleos en estos servicios. La sociedad española no tiene ni los recursos ni la tecnología de Japón, y demorar el aumento del gasto social para ayudar a los ancianos sólo agravará, y mucho, los problemas.