TLtuces y flores adornan Madrid y la catedral de los Reyes. Millones de personas admiraron la ostentación y lujo de reinas y damas de gobernantes de países pobres y ricos. Imposible calcular gastos. Suspiré viendo a los poderosos vestidos de terciopelos y rasos, mientras otros viven en la miseria vestidos de harapos. Me avergoncé viendo a la riqueza y el poder dando lustre a la religión y gocé con los pobres y humildes viviendo la alegría de la Ascensión.

Ante Jesús de Nazaret, Rey de reyes, que crucificado y cabizbajo presidía la ceremonia me parecía oír; Mira, las espinas han matado las flores de alegría que hice germinar en tantos corazones. Mis ardientes lágrimas y mi sangre derramada por amor se desperdicia en los corazones secos de los hombres. La tierra que yo pisé se ha convertido en un campo de batalla donde los pies de los poderosos aplastan las costillas de los desposeídos; donde la mano del opresor ahoga el espíritu del más débil. Los perseguidos gritan en la oscuridad y quienes se sientan en tronos adornados de piedras preciosas y muchos de los que queman incienso entre velas y dicen predican mi palabra no oyen su llanto, ni escuchan su aflicción.

*Sacerdote