WEwl ministro José Bono compareció ayer ante el Congreso para informar acerca de la muerte de 17 militares en Afganistán. Sobre la escrupulosidad con que se han recuperado y honrado los restos de las víctimas y se ha atendido a sus familias no pueden quedar dudas.

En cuanto a las circunstancias por las que se estrelló un helicóptero --por la combinación del viento y la baja altura de vuelo-- y otro cayó al suelo en una maniobra de emergencia, sólo queda un margen de inconcreción, razonable cuando la compleja investigación no está cerrada y cualquier juicio sobre el pilotaje debe emitirse con tacto.

Nada que ver esta actitud con la de unos portavoces del PP que cada vez que afirman que no explotarán políticamente la tragedia acaban haciéndolo con el peor estilo. En todos sus intentos de argumentar que la misión de paz en Afganistán es similar a la ocupación de Irak y de encontrar negligencias en el accidente de los Cougar que puedan hacer olvidar las del Yak, el PP ha mostrado el mismo desinterés por la realidad y la misma obsesión por exculpar sus errores que le ha llevado a enredarse en una madeja de especulaciones sobre el 11-M. Y en ninguno de los dos casos parece dispuesto a abandonar la política del resentimiento.